Alicante

La Universidad de Alicante (UA) participa, junto con otras nueve universidades europeas y un centro de innovación, en un proyecto europeo de investigación, que tiene como principal objetivo coordinar la estrategia de ciudades inteligentes y de innovación con la gobernanza turística para ofrecer soluciones y evitar los impactos negativos de la movilidad en grandes ciudades.

El director del Instituto Universitario de Investigaciones Turísticas (IUIT) Josep Antoni Ivars ha explicado que el proyecto Smartdest, liderado por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, se marcó como objetivo desarrollar soluciones innovadoras frente a los conflictos y externalidades negativas producidas por las diferentes formas de movilidad que afectan a las ciudades, entre las que destaca la turística.

Durante tres años, desde enero de 2020 hasta diciembre de 2023, el proyecto desarrolló investigaciones con la participación de siete ciudades donde se establecieron citylabs para diagnosticar los desajustes producidos por la movilidad turística e incorporar aquellas soluciones que se habían ido construyendo para paliar sus efectos. El proyecto ha generado un Kit de Innovación social que perdura después del proyecto para facilitar que otras ciudades realicen diagnósticos y tomen medidas para la gestión urbana de los flujos de movilidad.

En concreto, Ivars ha precisado que las ciudades analizadas han sido Ámsterdam, Barcelona, Jerusalén, Venecia, Lisboa, Liubliana y Turín porque todas ellas habían experimentado desequilibrios sociales en la movilidad turística contemporánea y tienen una trayectoria de búsqueda de soluciones dentro de la planificación, la regulación y la innovación social.

Estas experiencias han permitido conocer “cómo afectan a las ciudades estas nuevas movilidades y las políticas que las administraciones locales desarrollan en materia de innovación para regular los desajustes que se pueden producir en ámbitos como la vivienda, el comercio, la alta concentración de personas en el centro de las ciudades o el transporte público”, entre otras.

A modo de ejemplo, Ivars ha explicado que los nómadas digitales, el alquiler turístico, la presencia masiva de estudiantes y otros tipos de movilidad turística contemporánea afectan al precio de la vivienda y de los locales comerciales, a la configuración de los barrios, y puede acabar con la expulsión de los comercios tradicionales y del vecindario de determinadas zonas.

Igualmente, la concentración de un número elevado de personas en el centro de la ciudad, la precariedad de los trabajadores del sector, que no pueden vivir cerca de los lugares en los que trabajan, pueden ser algunas de las consecuencias.

Para ello, estas ciudades “han desarrollado soluciones para integrar en su estrategia de ciudades inteligentes aspectos relacionados con el turismo, de modo que, según destaca, quede impregnado en la gobernanza y no se trate de un aspecto sectorial”.

De hecho, ha indicado que los efectos de estos fenómenos en cada ciudad afectan de forma distinta, en función de los niveles de renta, las políticas públicas de vivienda, o la legislación aplicable, entre otros aspectos.

Conclusiones

En este sentido, el director del instituto indica que la investigación apunta a que “las políticas turísticas tienen que ser más transversales y coordinarse con las estrategias innovadoras de ciudades inteligentes, sobre todo en cuanto al uso de datos que permitan la toma de decisiones que eviten posibles impactos negativos”.

Por ello, anima a “reforzar la presencia del turismo en la agenda de ciudades inteligentes y los programas de innovación, fomentando una mayor colaboración entre los sectores tecnológico y turístico para impulsar soluciones conjuntas”.

Además, también apuesta por “redefinir la estrategia de ciudad inteligente adoptando un enfoque de cuádruple hélice que incluya la academia, la industria, el gobierno y la sociedad civil, permitiendo la participación y la introducción de perspectivas sociales en proyectos de innovación tecnológica”.

Josep Antoni Ivars señala que también es conveniente “consolidar un marco de gobernanza participativa que facilite el diálogo y la colaboración entre los diferentes actores del turismo, minimizando los conflictos de intereses y promoviendo la toma de decisiones basada en el consenso”.

Este marco, según explica, ha de ser “inclusivo en los procesos de participación basados en plataformas y dispositivos digitales, para garantizar que todas las voces sean escuchadas y atendidas”.