Desde la Comunitat Valenciana crearon un estilo de murales que conquistó el mundo. Hace diez años que Juan Antonio Sánchez y Álvaro Hernández encontraron un estilo propio como PichiAvo, el dúo de grafiteros que celebra su décimo aniversario con un libro, Our Odyssey.
Lo efímero de sus pinturas es precisamente lo que les animó a recopilar sus dibujos. "Muchos de los murales han desaparecido, muchos de los trabajos la gente no los puede ver y era como una celebración", cuentan desde Alemania, donde están pintando uno nuevo.
Esa es la odisea en la que quieren que se embarquen sus seguidores de todo el mundo, y para ello están pensando en presentaciones en Miami, por ejemplo. Sus dibujos de esculturas clásicas griegas o romanas, ya sea una Venus de Milo o un Laocoonte, las combinan con letras de grafiti de vieja escuela.
Para ello muestran las fotografías con las que conservan el recuerdo de algo nacido para desaparecer. "No todos los trabajos de estos diez años están en el libro, pero están los más importantes", cuentan sobre una selección obligada para no extenderse en el volumen que reúnen en 336 páginas "y tampoco queríamos hacer la biblia", añaden risueños.
Al repasar las localizaciones de los 25 países donde han trabajado, Juan Antonio Sánchez concede que "hay uno que lo recuerdo mucho, el que hicimos en Nueva York en el Bowery Wall".
Como explica, es un lugar "icónico" en el que "nos dieron la oportunidad de pintar donde justamente el grafiti tuvo una cuna muy importante". Y ahí reconoce que sintió "mucha ilusión" al trabajar en un espacio en el que también pintó Keith Haring.
Esta mención al origen les lleva al suyo propio y el camino que tuvieron que recorrer: "Venimos del grafiti y en ese mundo tienes que tener tu estilo" porque "el reto de cualquier artista es representarse a través de una forma artística y que esa representación sea única".
Un logro que superaron en la ciudad de Valencia donde se encontraron en un momento en el que confluyeron creadores como Vinz Feel Free o Luce, entre "muchos artistas muy potentes y que cada uno tiene su estilo".
"Al final, fruto del trabajo vimos algo que nos representaba muy bien, que era esta mezcla de una estética del grafiti con la mezcla de la cultura clásica a través de las esculturas", explican. Un logro que sienten "surgió de una manera natural".
"Venimos del grafiti, pero somos amantes del arte clásico", destacan. Esa fusión con la que "creemos que un mundo favorece al otro" y que "si te quieres expresar a nivel artístico lo mejor era mezclar los dos mundos".
Una muy exitosa combinación que les ha llevado a recibir multitud de encargos por Europa y Norteamérica. "Cuando eres capaz de identificar a un artista por su estilo es que algo está haciendo bien y era algo como muy obvio y sencillo, pero nadie lo había explotado como lo hemos explotado nosotros".
Desnudo sí o no
Que el éxito les haya acompañado en forma de la sucesión de encargos en festivales de grafiti por el mundo no obvia que también se hayan enfrentado a frenos por la elección de motivos clásicos. ¿Existe la censura para reproducciones de los clásicos griegos o romanos? "Sí", lamentan.
El dúo es consciente de que su propia carrera coincide con la tendencia al alza del sector. Y con ello, "todo el tema de street art, o como queramos llamarlo, ha evolucionado mucho y siempre está asociado a un festival que se asocia a un ayuntamiento o a determinadas marcas; y todo tiende a querer ser políticamente correcto".
Al estar "en un espacio público tiene que ser todo bastante amable", conceden. Por eso, "siempre lo entendemos y somos respetuosos con todo eso, pero sí que es verdad que tenemos una visión artística bastante natural en cuanto a la desnudez y al trabajar la temática que trabajamos".
"Es un poco contradictorio", razonan, porque "en todos los museos hay esculturas clásicas que están desnudas". "Esa misma gente que te censura va a esos museos y alaban esas esculturas, pero si lo pintas en la calle lo ven como pornografía o a saber", critican.