Alicante

Sobre la mesa de Josep Vicent, entre otros papeles, tiene la partitura de La bohème y una agenda de 2023 a 2027. El director del ADDA recibe en su casa de Alicante para hablar de proyectos de futuro como el montaje de la ópera de Puccini, lo conseguido con la orquesta ADDA Simfònica y de su pasión por pintar o tocar la guitarra.

Está de buen humor después de haber pasado la semana pasada en el Auditorio Nacional de Madrid. "Dos conciertos con dos sold outs como dos castillos", celebra a propósitos de la primera visita de la orquesta alicantina en "un templo emblemático de la música" al que llegaron cuando "habíamos pasado antes por Berlín que por Madrid".

Ahora, reitera el agradecimiento a una recepción "fantástica por lo rápido que se ha vendido". Y así subraya la "emoción por lo artístico y el orgullo de lo nuestro" que representa haber llevado a la capital del Estado el oficio de su equipo de músicos después de haberlo hecho anteriormente en otras ocasiones él mismo como director.

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Mientras se preparan las fotos, propone, dispone y pregunta si se pueden ver. ¿Es Josep Vicent director todo el día? "No soy director en ningún momento del día", responde sentado de nuevo en la mesa. "Soy director de orquesta. Eso sí. Y no dejo de serlo y tengo todo el día el sonido de una orquesta. Y eso no lo puedo evitar", añade.

Al reflexionar sobre su método de trabajo razona que cuando llega al Auditorio situado en el paseo de Campoamor su objetivo es "intentar inspirar". "Para mí el camino es el de la colaboración y el trabajo conjunto. Y lo es porque en determinados trabajos mecánicos lo importante es que se hagan y en lo creativo es que se hagan desde el ánimo y la voluntad que se quiera hacer". Esa metodología, concluye, "es lo que diferencia el sonido del ADDA Simfònica de otras orquestas".

Un logro conseguido en menos de cinco años. Y que por eso subraya. "La creación de un proyecto como el ADDA simfònica es de un valor indiscutible como presente y futuro", indica. "Y eso afecta a todo: a la sociedad en general, al territorio, a las nuevas generaciones, a los gestores políticos y culturales, al tejido empresarial, a los hoteleros, a la imagen de quienes somos".

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Desde que arrancara en 2018, impulsada por la Diputación de Alicante, la formación "es un valor indiscutible de influencia sociocultural en todos los estratos sociales". Y aunque recalca que "la vida de un auditorio no se mide por legislaturas", también puntualiza que "hay cosas que son lo que son y que van más allá del tiempo. Ha habido un mérito diario increíble, siempre que se proteja la realidad cultural. Una cosa no quita la otra. El ADDA simfònica es parte de la columna vertebral de quienes somos y eso puede cambiar, pero ahora mismo no. Ahora mismo es un valor que tenemos".

¿Y hacia dónde le gustaría que fuera? "Me gustaría que el ADDA pudiera ser tremendamente flexible y rápido de reacción en el proceso creativo", responde. Un objetivo que ve como "un camino largo en el que hemos de aprender en la realidad la que pertenece y la institución a la que pertenecemos".

De ahí que remarque el agradecimiento a la Diputación de Alicante". Además, desea "optimizar el trabajo de un equipo que es diferente al funcionarial y me gustaría que eso caminara como un reloj". En ese proceso en el que siente que están reitera que "se han hecho muchas cosas que solo han sido posibles con el soporte de todos".

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La presión que supone levantar todo esto la libera entre otras formas con la pintura. En lienzos de gran formato o en cartulinas, sus creaciones se extienden por las diferentes plantas de su casa. Un trabajo que, a diferencia del que hace regularmente en el auditorio, no se suele ver. "Me lo guardo para mí porque me gusta tener una vida interior rica que es una vía de escape hacia la propia persona, el propio yo. No necesito exponerlo, es una vía expresiva e íntima", cuenta.

¿Cómo se enfrenta al lienzo en blanco? "Pinto con libertad porque no le doy explicaciones a nadie", afirma. Un proceso que compara al que el público le conoce porque "cuando sales al escenario llevo en mí la responsabilidad de que hay mucha gente que es parte del proceso y me gusta que sean felices". Como prosigue, "soy sincero en el hecho de la expresión de la música y que llegue, cuando pinto me da igual que llegue o no porque llega por el mero hecho de sentirlo yo. Y eso no lo quiero cambiar".

En esa forma de abordar la creación siempre hay una faceta que manda más que la otra. "La única finalidad real es la música y mi sueño es llevar el proyecto del ADDA aún más arriba. Y eso es una gran verdad. Soy muy perfeccionista en el escenario y no me considero capacitado para otra cosa que no sea la dirección de orquesta".