Tras colgarse del cuello la medalla de bronce hace apenas unas semanas en el pasado Europeo de Sofía, el ilicitano Raúl Martínez ya tiene su mente puesta en el próximo mes de julio, cuando peleará por el oro olímpico en los Juegos de Tokio en la categoría de –80 kilos.
El Open Internacional de España, disputado la pasada semana en Benidorm, donde repitió bronce, confirmó su buen momento de forma y sus expectativas de éxito para la cita olímpica, para la que se clasificó en diciembre de 2019 y de forma agónica.
Tras un año marcado por las lesiones y, sobre todo, la incertidumbre ante el futuro de los Juegos, Raúl, de 29 años, ya respira tranquilo. “Ha habido durante este tiempo momentos difíciles porque veías que se podía cancelar el evento más importante de tu vida. Por suerte esa incertidumbre ya ha pasado y se ve todo mucho más claro”, afirma el ilicitano, cuya vocación por el taekwondo le llegó del gimnasio que dirige su padre en Elche.
Hasta la mascota
Raúl reconoce que ver la llama olímpica circulando ya por Japón le tranquiliza y mantiene, pese a los últimos resultados, su mensaje ambicioso de ir a los Juegos “a por todas”. “El objetivo es el oro, por qué no. Y si no, cualquier medalla. Pero de salida quiero lo máximo. El oro, el ramo y si me dejan hasta la mascota”, bromea el ilicitano, quien siente que por madurez, preparación y motivación la cita de Tokio “es el gran momento de mi carrera”.
Argumenta su confianza en que, tras los últimos resultados, las diferencias con los dominadores del ranking se han “reducido”. El rival que le apartó de la final del Europeo es el vigente campeón del Mundo de su categoría, al que estuvo más cerca que nunca de derrotar.
“Las sensaciones son muy buenas. Además, en este tipo de deportes siempre escondes alguna que otra carta en la manga para sorprender más adelante”, reitera Raúl Martínez, quien recuerda que queda tiempo para “dar alguna vuelta de tuerca a su preparación” en el CAR de Madrid junto a Miguel Ángel Herranz, su entrenador.
Confinamiento y formación
Al ilicitano, que ya ha superado las molestias de rodilla, se le cayó el cielo encima con el inicio de la pandemia. Tras lograr la plaza para Tokio, Raúl contrajo matrimonio y pudo celebrar su luna de miel. “Debió ser una de las últimas bodas normales del mundo”, bromea.
Días después se declaró la pandemia y optó por cobijarse en Girona junto a su mujer, ex competidora de taekwondo, con la que entrenó en el salón de su casa durante meses en la fase más dura del confinamiento.
“Fue una etapa muy dura. Primero por la incertidumbre y el miedo que teníamos todos como personas a la pandemia y a lo que podía pasar con nuestra gente. Y después, en el ámbito personal, porque veías que todo lo que habías trabajado durante años estaba a punto de esfumarse”, recuerda.
Raúl Martínez se muestra agradecido a la Fundación Trinidad Alfonso, de la que es embajador, y a la UCAM, donde realiza sus estudios del Grado de Medicina, por su ayuda en los peores momentos de la pandemia. Por su formación académica, Raúl tiene muy clara su opinión sobre las vacunas, obligatorias para todos los deportistas que acudan a los Juegos.
“No entiendo cómo puede haber gente que se cuestione lo de las vacunas. Respeto a todo el mundo y puedo entender hasta el respeto a los efectos secundarios, pero es que cualquier medicación provoca efectos secundarios. Esto es muy serio. Las vacunas no pueden darnos miedo porque son el remedio”, argumenta.
Por último, el ilicitano se siente “orgulloso” de que gracias a sus éxitos se hable un poco más del “taekwondo en mi tierra”. “Yo no soy muy mediático, pero reconozco que me motiva y emociona saber que hay tanta gente detrás. Para mí es un orgullo representar a España, a la provincia de Alicante y a Elche por todo el mundo”, sentencia.