Benja Martínez (Sant Cugat del Vallès, 23 de agosto de 1987) ha recuperado la alegría por el fútbol y el Intercity, su equipo, un mazo con el que golpear a sus rivales desde lo más alto de la tabla. El atacante, tras dos años en la “montaña rusa” herculana, vuelve a ser determinante en un equipo que sueña a lo grande y que es líder de su competición. Con el primer objetivo en la mano, la clasificación para la fase de ascenso, Benja va a por el premio gordo, aunque pronostica que el pulso con La Nucía, segundo, se prolongará hasta el último partido. “Será bonito jugar ese partido jugándonos los dos el ascenso”, sentencia.
Con el primer objetivo cumplido y el liderato en la mano, supongo que el discurso del vestuario es ir ya a por el ascenso directo.
La promoción es verdad que ya la tenemos de forma virtual, aunque no matemática, pero el margen es amplio. Ahora estamos ante una situación nueva y vamos a por ella. Estamos contentos e ilusionados porque más allá de las victorias y las dinámicas el equipo ha vuelto a encontrar el juego que en partidos pasados nos faltaba. Logramos buenos resultados, pero la imagen no era la de otros partidos. Nos hace ilusión el campeonato, pero somos conscientes de que la pelea va a estar apretada hasta el final porque en realidad La Nucía, aunque esté tres puntos por debajo, sigue dependiendo de sí mismo.
¿No cree que se pueda romper la clasificación antes de ese La Nucía-Intercity?
Lo ideal sería no llegar ahí con la necesidad de tener que sumar, pero creo que es algo bastante difícil. Tendríamos que tener, o ellos o nosotros, un margen de cuatro puntos. Queda poco y todo está muy igualado, así que me temo que será un partido decisivo, como aquel Barcelona-Atlético de Madrid en el que se jugaron la liga en la última jornada. Será bonito jugarlo.
Todo el mundo habla de la igualdad que hay en la categoría, pero el Intercity, juegue bien, regular o mal, nunca pierde. ¿Cómo lo hacen?
Hay días en los que hemos sobrevivido porque tenemos mucha pegada en ataque y somos muy sólidos atrás. La clave es ser contundente y resolutivo en las áreas más allá del juego. Otro de los factores determinantes está siendo la aportación de la gente del banquillo, que está resolviendo muchos partidos que se habían complicado.
Eso de no perder nunca debe dar una confianza enorme en los malos momentos.
Así es. Las dinámicas son así. Cuando estás en una buena racha sabes que, tarde o temprano y aunque lo estés pasando mal, vas a tener una oportunidad para ganar, como nos pasó ante el Mar Menor. Pero cuando estás mal siempre tienes miedo a que el rival te mate a la primera que tenga. Tenemos gente experimentada atrás, que sabe el oficio y que sabe sufrir, y eso nos ayuda mucho.
Lleva cinco goles y su rendimiento ha ido de menos a más. ¿Está contento con su temporada?
Me costó arrancar porque tuve una lesión en la pretemporada. La competencia es grande y me costó entrar. Ha habido muchas rotaciones, porque el equipo tiene diferentes perfiles de atacantes y de formas de atacar, pero ahora juego más. A nivel personal estoy contento después de haber pasado dos años muy malos y sufrir mucho. El profesional sabe que esto es una montaña rusa. Ahora toca la otra cara.
¿Tan mal lo pasó en el Hércules?
Tenía mucha ilusión en ese proyecto porque era bonito y ambicioso. Sí, me ha quedado esa espina, como también me pasó con otros equipos a los que no puedes ayudar a lograr sus objetivos. Me hacía mucha ilusión ayudar a cambiar las cosas, pero el fútbol es así. Un año nos quedamos a las puertas del ascenso y al siguiente, con mejor plantilla, te metes debajo de la clasificación sin motivo.
Ahora que ya está fuera, ¿encuentra una explicación a lo que le pasa al Hércules año tras año?
El Hércules es un club al que no le corresponde estar en esta categoría ni en otras, como la Segunda B, por lo que siempre se le va a exigir más que a nadie y en función de la historia que tiene. Pero como no te adaptes a esta categoría es muy difícil salir. Yo creo que se acusa y afecta la negatividad que viene de fuera y desde muchos años atrás. Pero es un club grande y con muchas posibilidades. Eso todo el mundo lo sabe y por eso siempre es atractivo para cualquier jugador.
De vivir bajo el volcán a la calma más absoluta. ¿Ayuda al jugador estar en una entidad como el Intercity, sin tanta presión social y mediática a su alrededor?
Es evidente que en el Intercity se está más tranquilo. Pero para el futbolista esta situación tiene dos caras. Una buena, porque no tienes en los momentos malos una presión social fuerte, pero también es verdad que a todos nos gusta ver estadios llenos y sentir ese peso y esa responsabilidad. Para mí, que he jugado en otros clubes grandes, es la salsa del fútbol. Y ojalá podamos ayudar a que el Intercity, dentro de unos años, también tenga esa repercusión detrás.
Cinco jornadas para el final y tres puntos de ventaja. ¿Sería una decepción, dentro de una gran temporada, no lograr al final el campeonato y el ascenso directo?
No creo que si llega el caso se pueda hablar de decepción. Si no podemos subir como campeones lo intentaremos por la otra vía. No podemos pensar que un solo partido pueda manchar una temporada que ha sido muy buena y de la que hemos disfrutado cuerpo técnico y plantilla.
Usted ha estado en clubes con solera, como Cultural, Las Palmas, Girona, Elche o Hércules. ¿Ve al Intercity con la estructura necesaria para hacerse un hueco a medio plazo en el fútbol profesional?
Le queda mucho camino por delante, pero ya ha empezado a andar. Necesita un buen estadio, por ejemplo, pero se están haciendo las cosas bien, el día a día del club es bueno y los resultados acompañan. No hay que compararse con otros, sino seguir su propio camino, como hizo el Villarreal en su momento.