El Hércules cerró este domingo, con el pobre consuelo de la clasificación para la próxima edición de la Copa del Rey, la que puede ser considerada como la peor temporada de su centenaria historia, ya que ni siquiera ha logrado entrar en la pelea por el ascenso en la categoría más alejada de la élite en la que ha militado desde su fundación.
El equipo alicantino ha cerrado la competición en séptima posición, a cuatro puntos de la promoción de ascenso, tras una temporada decepcionante en la que el cambio de entrenador sirvió para corregir una deriva peligrosa hacia el descenso, pero no fue suficiente para engancharse a la pelea por el ascenso.
De hecho, el Hércules sólo estuvo tres jornadas en posición de fase de ascenso, llegando a ocupar en el primer tramo de la competición durante una fecha zona de descenso y de promoción de permanencia.
La temporada ya comenzó torcida para el Hércules, que tardó en definir su proyecto deportivo, diseñado finalmente por Paco Peña, excapitán del equipo, en su regreso a la entidad.
Peña no recibió luz verde para fichar hasta la segunda semana de julio, lo que provocó una situación surrealista para el nuevo entrenador, Ángel Rodríguez, quien se encontró en los primeros entrenamientos con sólo cinco jugadores.
Esta situación provocó que el Hércules tuviera que ejercitarse con futbolistas de las categorías inferiores e incluso suspender un amistoso en Elda por falta de efectivos. Pese a todo, el técnico leonés marcó como único objetivo en su presentación “el campeonato del grupo y el ascenso directo”.
Los refuerzos, hasta 18, fueron llegando con cuentagotas durante una pretemporada extravagante. De todos ellos destacó Míchel Herrero, jugador con una enorme trayectoria en Primera y Segunda, que aceptó regresar a Alicante, donde ya había competido 11 años atrás, para ayudar a devolver al club al fútbol profesional.
A pesar de los inconvenientes y parones en la confección del equipo, el Hércules tuvo un aceptable inicio de competición, llegando a soñar con el liderato en la cuarta jornada, pero la derrota ante el Teruel, finalmente campeón, fue un golpe de realidad.
El equipo, en lugar de ir a más con el paso de las jornadas, fue a menos y acabó desplomándose en la tabla. Cayó al descenso tras una sonrojante derrota ante el Lleida (0-4) y una semana después, tras empatar en Olot (1-1), Rodríguez fue despedido.
Lolo Escobar tomó el relevo y revitalizó al Hércules, que tras una racha de siete jornadas sin perder, salpicada de varias victorias agónicas y épicas, volvió a entrar en zona de promoción en las primeras jornadas de la segunda vuelta.
Pero fue de nuevo un espejismo, porque cuatro derrotas en cinco partidos, todas ellas ante rivales directos, dejaron al equipo muy tocado para afrontar el tramo final del campeonato.
La irregularidad de los rivales le dio vida al Hércules, cuyas sensaciones eran cada vez peores, hasta tres jornadas antes del final, pero el equipo alicantino ni siquiera fue capaz de aprovechar un calendario asequible ante equipo de la parte baja para remontar.
El Hércules llegó a la penúltima jornada de la Liga con riesgo real de caer a la promoción de descenso, pero un gol de Toscano en el descuento ante el Atlético Saguntino evitó el último trance en Ibiza, donde el equipo cerró la competición asegurando su presencia en la Copa.
A la mediocridad deportiva, el Hércules ha sumado esta temporada, especialmente en el tramo final del curso, el hartazgo de la afición, que ha manifestado su rechazo a la gestión del máximo accionista, Enrique Ortiz, con protestas antes, durante y después de los partidos del equipo.
A finales de los 60, el Hércules estuvo dos temporadas en Tercera, la categoría más baja en la que había competido, pero en la primera promocionó para subir y en la segunda, ascendió.
El pasado curso, en su primera participación en Segunda Federación, alcanzó la fase de ascenso, cayendo en la primera ronda, algo a lo que apenas ha aspirado ni hecho méritos este curso, el peor en 101 años de historia.