Alicante

En un país en guerra, una competición de natación devuelve la ilusión de la normalidad. Ese era el propósito con que Fermín Egido quiso organizar desde Alicante unas pruebas en Kiev mientras la guerra entre Ucrania y Rusia sigue.

Tres días de carreras con pruebas de diez y cinco kilómetros, esprint y relevos para equipos de tres, ¡hasta infantiles! Lo que es rutina en cualquiera de las otras ciudades en la veintena de países que trabaja con Oceanman, en la capital ucraniana tenía otro sentido.

Egido, después de una semana allí, repasa emocionado lo que ha vivido con decenas de historias sobre el horror de la guerra. Y ahora vuelve más convencido de la necesidad de actuar. "La solidaridad y compromiso con Ucrania es bonito, pero no dejan de ser palabras, como mi voz", razona, "el tomar acciones de lo que podemos hacer, esto les trae esperanza".

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"Para muchos es necesario sacar la cabeza y respirar", cuenta sobre los ochocientos participantes reunidos por estas pruebas en el río Nipro, cuando antes de que se iniciara la guerra en 2022 contaba con miles de usuarios. A pesar de ello, Egido celebra el haberlo podido llevar a cabo entre las fuertes medidas de seguridad que incluían un plan de evacuación en caso de que los rusos bombardearan la zona "en cualquier momento".

Afortunadamente, durante esa semana no hubo ninguno. Pero eso no evitó las preocupaciones a la hora de plantearlo, como reconoce. ¿Tenía sentido organizar un gran evento internacional que pudiera servir como objetivo de ataque? "Fue una negociación complicada porque están prohibidos los eventos masivos. La Administración del alcalde de Kiev, que fue campeón de pesos pesados y dijo que de aquí no nos movemos, estuvo a favor. Pero otros tenían miedo por lo que podía pasar". 

Este empresario de 42 años, con esposa ucraniana y un hijo de 13 años, se siente seguro de haber acertado con su decisión después de ver las reacciones de amigos y demás allí. "Todos estaban superagradecidos de que sirviéramos de altavoz", destaca sobre la que ha sido la primera prueba deportiva de una marca internacional que ha vuelto al país aún en guerra. Por eso ya tiene claro que el año que viene volverán en una nueva prueba.

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"Ha sido más esperanzador de lo que pensaba", concede mientras lo repasa en la redacción de EL ESPAÑOL. "Los ucranianos no son tan emotivos como los españoles, pero los abrazos al partir han sido como el que va a la guerra", razona. Porque una cosa que han aprendido y así le transmiten es que "ahora se vive de otra manera: mañana nos podemos morir, vivimos al minuto".

En esta última semana Egido ha recibido muchos testimonios de la crueldad de esta guerra. "Me costó personalmente digerir todas las historias de drama porque no es lo mismo verlo en televisión que un amigo esté desaparecido durante un mes, escondidos en un sótano con la hija enferma, meterse en un bus y que los ametrallaran hasta acabar en Kiev. Esa niña ganó el otro día la medalla en su categoría y para ellos tener una motivación deportiva es una manera de salir del horror", cuenta.

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