Alicante

El Pabellón Pitiu Rochel, historia viva de la ciudad de Alicante, cumple este sábado 50 años. El mítico recinto alicantino, inaugurado el 25 de mayo de 1974 con un encuentro de altura, ya que acogió la final de la Copa del Generalísimo de baloncesto entre el Real Madrid y el Joventut, ha sido testigo directo y decorado imprescindible de algunos de los mayores éxitos deportivos de la historia de la ciudad.

Entre sus cuatro paredes, tres generaciones han soñado, celebrado y llorado las alegrías y decepciones del deporte alicantino. Desde los títulos de Liga, Copa y Recopa del Calpisa, al nacimiento del gran Lucentum, pasando por los renovados sueños de grandeza del EÓN. Además de ser escenario de partidos internacionales de todo tipo y de haber acogido constelaciones de estrellas, como la Lituania de Arvydas Sabonis o partidos de los Hispanos y las Guerreras.

La construcción del Pabellón Municipal de Deportes, nombre inicial, respondió a una histórica exigencia de la ciudad de Alicante, cuyo crecimiento social y deportivo exigía contar con una instalación multideportiva cubierta de primer nivel. Alicante era la única capital de provincia sin un pabellón cerrado y los clubes alicantinos comenzaban a encontrar problemas por parte de sus federaciones para competir al aire libre.

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Tras sondear distintas ubicaciones, las obras comenzaron a finales de 1972 a cargo de la empresa CLEOP, la única que tomó parte en el concurso. El arquitecto Alfonso Navarro (Mercalicante, La Pirámide y las restauraciones del Teatro Principal y del Mercado Central), fue el encargado de ejecutar el proyecto, que contó con un presupuesto inicial de unos 216.000 euros.

El pabellón fue inaugurado por el alcalde de Alicante, Francisco García Romeu, y el acto contó con la presencia del delegado nacional de Deportes, entre otras personalidades.

El recinto nació con una capacidad de unas dos mil localidades de asiento y con infraestructura para acoger cualquier actividad deportiva, como balonmano, voleibol, hockey sobre patines o boxeo.

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El Pabellón Central, denominación que se hizo popular con el paso de los años, nació pocos meses antes de que otra instalación emblemática, el estadio Rico Pérez, viera la luz, convirtiendo para siempre parte alta de San Blas, donde ya se ubicaba la Ciudad Deportiva y el Hipódromo, en el epicentro del deporte en Alicante.

Imagen de la inauguración ofrecida por televisión española el 25 mayo de 1974.

El primer equipo que rentabilizó de la nueva instalación fue el legendario Calpisa, que aprovechó su nueva casa para crecer hasta la eternidad. El equipo de balonmano logró encadenar Ligas y Copas del Rey, además de un título europeo a finales de los 70. Aquellos primeros años de magia y títulos (cuatro ligas, cinco Copas y una Recopa de Europa) dejaron una huella imborrable en el recinto, asociado inevitablemente desde entonces al balonmano.

La casa de Pitiu

Prueba de ello es que el pabellón está considerado como uno de los templos sagrados del balonmano español y que, desde hace ya más de dos décadas, lleva el nombre de Pitiu Rochel, jugador/entrenador de aquel inolvidable Calpisa, fallecido en 2001.

En 2019, el pabellón acogió la fase final de la Copa del Rey. La imagen de varios entrenadores y directivos de los equipos, casi postrados ante la enorme imagen de Pitiu que presidía el pabellón, reflejó a la perfección lo que suponía para el balonmano español jugar en la que fue la casa del icónico jugador alicantino.

Julián Ruiz, exjugador de élite y entrenador en aquel momento de Puente Genil, llevó a sus jugadores junto a la foto de Pitiu antes de un entrenamiento para explicarles ante quién estaban jugando y pedirles, emocionado, que honraran en la pista su recuerdo y el recinto en el que iban a competir. No extraña, por lo tanto, que tanto las Guerreras como los Hispanos hayan visitado con cierta frecuencia la instalación para disputar partidos oficiales y amistosos.

El pabellón también fue la sede del histórico Mar Alicante femenino, equipo de balonmano femenino que vivió su etapa dorada en la élite a principios de la pasada década, cuando acarició dos títulos continentales antes de desintegrarse por problemas económicos.

Pero no todo ha sido balonmano. El recinto también alumbró la explosión del Lucentum, entonces Ernesto Electrodomésticos. El club que presidió Paco Pastor puso la semilla del baloncesto en Alicante en esta instalación, que acabó por quedarse pequeña ante el espectáculo que ofreció aquel equipo dirigido por Luis Casimiro y en el que sobresalía Martin Keane. El Lucentum estuvo a un paso de asaltar la ACB en la temporada 1994-95. El crecimiento del club socialmente fue tan espectacular que acabó por mudarse al Centro de Tecnificación, con mayor aforo.

Otros muchos equipos de balonmano, baloncesto y fútbol sala han hecho de esta instalación, a la que le salió hace años un hermano pequeño, el pabellón Rafa Pastor, su casa y el escenario de sus gestas deportivas.

El Pitiu Rochel ha trascendido durante su medio siglo de vida al deporte, ya que también ha sido escenario de infinidad de actos sociales y culturales para la ciudad de Alicante. Ha acogido programas de televisión en directo, como los previos al Mundial de España, galas de elección de las Belleas del Foc, Galas de Deporte local y provincial, mítines políticos de todo el arco político, conciertos, galas benéficas, partidos de exhibición, donaciones de sangre y hasta a los Harlem Globetrotters.

Nuevo look

El pabellón llega a su primer medio siglo de vida renovado y con un buen aspecto gracias a las obras de remodelación integral, recientemente finalizadas, en las que el Ayuntamiento ha invertido cerca de 2,5 millones de euros. Estos trabajos de mejora han incluido la renovación de la cubierta, la cancha, con capacidad ahora para acoger diferentes superficies adaptadas a cada disciplina, los pasillos, los vestuarios, gimnasio y cantina, así como la incorporación de sala de prensa, sala de reuniones y formación deportiva y nuevo espacio médico con control antidopaje, entre otros servicios.

También se han llevado a cabo actuaciones para mejorar la eficiencia energética del pabellón a través de la envolvente térmica del pabellón, que por un lado ha modernizado el aspecto exterior y por otro permite aislar térmicamente del frío y del calor al edificio. Además de las obras interiores, el Ayuntamiento se ha esmerado en mejorar el entorno de una instalación que pretende seguir cobijando y alumbrando al deporte alicantino durante, al menos, medio siglo más.