Los caminos del fútbol son inescrutables. La deriva deportiva del Elche de hace un año a esta parte ya era lo suficientemente enrevesada como para crear una serie de éxito en una plataforma de pago, pero los guionistas escondían un giro final sorprendente, de esos que según avanza la trama se intuye y se teme. José Rojo ‘Pacheta’, el último gran héroe del banquillo del Elche, es ahora el rival a batir y el entrenador del Huesca, el equipo que puede empujar al conjunto ilicitano de nuevo a Segunda, el lugar del que lo rescató el preparador burgalés.
El Elche se juega este sábado ante el Athletic Club (18:00 horas) todas sus opciones de permanencia, pero casi más importante que su victoria es que el Huesca no gane al Valencia, equipo que no se juega nada, pero muy unido sentimentalmente a la entidad ilicitana. Con permiso del Valladolid, que lo tiene casi imposible, la batalla por la permanencia en algo personal entre el Elche y Pacheta.
Karma, casualidad, maldición… Cada uno le llama como quiere, pero el desenlace de esta temporada comenzó a dibujarse tras el ascenso, el pasado mes de agosto, cuando el club ilicitano, por iniciativa de su propietario, Christian Bragarnik, decidió no renovar el contrato de Pacheta, quien había logrado dos ascensos en dos años y medio. La decisión causó un enorme impacto en la hinchada, a la que el burgalés sedujo desde el primer día con resultados, pero también con un discurso claro y directo.
En época de borrascas, Pacheta se convirtió en el escudo y la espada del club, al que defendió públicamente en todos los frentes. Instauró en la entidad un culto por el trabajo que caló en la afición, reflejada y representada en un hombre noble, honesto y campechano.
Salió con honores
Pacheta abandonó el club con el corazón magullado, pero sin una mala palabra ni un reproche. El club ilicitano sorteó el polo con el que dirigió los últimos partidos como si fuera una reliquia sagrada para fines solidarios, recibió homenajes de prensa y afición y fue galardonado con la Medalla Plata del Bimilenario, una de las distinciones sociales más relevantes de la ciudad, con motivo de la última celebración del Nou d’octubre.
El técnico, agradecido, también dejó memoria de las experiencias vividas en el Elche en el libro ‘Un equipo honesto. Así ascendimos a Primera’, escrito junto a Juan Carlos Cubeiro, obra devorada por los seguidores ilicitanos.
“El míster se merecía la oportunidad, pero se tomó la decisión”, confesó recientemente Bragarnik, quien admitió públicamente que, pese a tener la decisión tomada desde hacía semanas, el ascenso a Primera le hizo darle vueltas a la posibilidad de cambiar de opinión. No lo hizo, pero en su comparecencia ante los medios dejó un mensaje para el futuro: “Pacheta siempre tendrá abiertas las puertas del club”.
También el burgalés, con motivo de la última visita del Elche a Huesca, el pasado 9 de abril, también dejó su frase para la historia. “Algún día volveré, es cuestión de tiempo. Estoy seguro”, afirmó apenas horas antes de derrotar a su ex equipo (3-1).
Para derrotar al viejo héroe nada mejor que encomendarse a otro. Fran Escribá es el único entrenador que puede mirar por encima del hombro a Pacheta en el Nuevo Testamento franjiverde. Elche se hizo un poco del Huesca cuando conoció que el burgalés iba a su banquillo, pero el sábado no habrá sentimentalismos posibles. Al técnico se le quiere mucho, pero el Elche está por encima de todo. Lo que Pacheta dio, que no lo quite Pacheta.