Alicante

"Y aún estamos en noviembre". La frase, pronunciada por un aficionado franjiverde camino del aparcamiento tras la nueva derrota del Elche (1-2) refleja el estado de ánimo de la hinchada y de su entorno ante el calvario que se avecina a las puertas del centenario.

El equipo ilicitano, tras 14 jornadas, ya ha quemado a cuatro entrenadores y sigue sin ganar arrastrado por una resaca que le lleva cada vez más lejos de tierra firme. La distancia con la salvación es de siete puntos, pero puede dispararse esta misma jornada hasta los diez en función de los resultados de los rivales directos. Solo el Sporting de Gijón, en el curso 1997-98, lo hizo peor. A estas mismas alturas llevaba dos puntos, la mitad que el Elche actual. Hasta el Levante en ruinas del pasado curso tenía mejores números (6 puntos) que el actual proyecto.

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Para soñar con la permanencia, el Elche debería hacer una segunda vuelta casi de equipo que aspira a la Champions League para alcanzar el objetivo. Algo que a día de hoy, tras comprobar las constantes vitales del equipo, se antoja una quimera.

Y a todo esto, el equipo sigue sin entrenador, ya que las dos primeras opciones, José Bordalás y Paco López, ni siquiera se han sentado a negociar por diferentes motivos. El alicantino está a la espera de ofertas de equipos con objetivos deportivos muy diferentes, mientras que el valenciano, cansado de esperar, ha firmado por el Granada.

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Pere Milla, uno de los iconos de la plantilla, no se mordió la lengua para calificar el papelón del Elche en lo que se lleva de temporada. "Hemos hecho ridículo", dijo el delantero catalán. Minutos después fue el secretario técnico y entrenador interino, Sergio Mantecón, el que radiografíó al equipo en la sala de prensa. "No llegamos al nivel mínimo para competir en Primera División", confesó abatido.

"Hay que hacer autocrítica y todos somos culpables. A partir de ahora hay que firmar a un cuerpo técnico que nos pueda ayudar", añadió el madrileño, quien no camufló que en el mercado de invierno se debe realizar una renovación profunda de la plantilla, sobre todo de su defensa.

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También ha saltado por los aires en Elche la comunión entre la grada y el equipo. Se salvan pocos jugadores, como Edgar Badía, el único que está a un nivel reconocible, Josan o Gonzalo Verdú, con crédito suficiente por su pasado. Tras la derrota ante el Girona, la grada abroncó a sus jugadores como hacía años que no pasaba.

Titulares y suplentes, en el centro del terreno de juego, aguantaron el chaparrón mientras escuchaban silbidos, insultos y cánticos con el mensaje de "esta camiseta no la merecéis". También hubo consignas contra el máximo accionista, Christian Bragarnik, a la vez que reclamaba un equipo formado "por once Badías", en alusión al compromiso y rendimiento del portero catalán.

Futuro

Mantecón, salvo sorpresa de última hora, será el encargado de dirigir al equipo el inoportuno partido del sábado en la Copa del Rey ante el modestisimo Alcora. "El cuerpo nos pide desconectar ya, pero nos queda ese partido", admite el madrileño, quien retomará a partir de este miércoles la búsqueda de un técnico.

"Cada vez es más difícil encontrar un entrenador, pero tiempo hay para reaccionar y a eso nos agarramos. Es el Elche y estamos en Primera. Seguro que habrá muchos entrenadores interesados", dijo el madrileño, quien confió en que aún se pueda hacer una gran segunda vuelta. "Las dinámicas cambian", apostilló sin demasiada fe.

Mientras tanto, la afición del Elche ya empieza a asumir un descenso que comenzó a cocinarse a fuego lento durante una pretemporada extraña. La hinchada comienza a perder la fe y solo exige un cambio de imagen, la salida de algunos jugadores en el mercado de invierno y una despedida digna y sin ridículos.