Se acabó el buen rollo y el poner buena cara al mal tiempo. La afición del Elche explotó este domingo durante el partido ante el Valencia y decidió apuntar al terreno de juego y al palco en busca de explicaciones a una temporada terrorífica. Resultó paradójico y sintomático que las grandes ovaciones que se llevaron los jugadores del Elche en su partido ante el Valencia llegaran por parte de la afición valenciana, entregada en cuerpo y alma a una germanor que acabó por empalagar a la grada ilicitana.
La parroquia franjiverde lo había perdonado todo hasta esta jornada. Los jugadores habían salido ovacionados del campo a pesar de las derrotas, porque competían y parecían resistirse con dignidad a su suerte. Pero tras el duelo ante el Valencia no hubo aplausos ni reconocimiento.
Una gran parte de los seguidores optó por marcharse del estadio durante el partido para no soportar más el baile en el césped y en las gradas, donde la afición valenciana, eufórica, pareció triplicar a la ilicitana.
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Otro grupo apuntó directamente al campo. No se libró de los pitos el capitán Gonzalo Verdú, quien no salió bien parado en ninguno de los dos goles del conjunto valencianista. Raúl Guti, otro jugador bajo sospecha siempre, también escuchó música de viento tras su sustitución, ya avanzada la segunda parte. Hubo pitada general para el equipo franjiverde en su camino hacia los vestuarios tras la primera parte y durante varios momentos de la segunda parte, en la que el conjunto que entrena Sebastián Beccacece se mostró impotente.
"Esa camiseta, no la merecéis", fue uno de los cánticos coreados por los aficionados del Elche. Los seguidores también censuraron al dueño de la entidad ilicitana, Christian Bragarnik, al que consideran el gran responsable del fracaso deportivo de la presente temporada. "Bragarnik vete ya", se volvió a cantar por las tribunas del Martínez Valero, síntoma evidente del divorcio existente entre la hinchada y el dirigente.
Tras el partido, el portero del Elche, Edgar Badía, se mostró comprensivo con las protestas de los aficionados del Elche. "Siempre nos han apoyado a pesar de los resultados y de la situación del equipo. No es agradable y preferimos los aplausos, pero están en su derecho y más después del resultado y de que la imagen no ha sido buena", explicó el catalán.
El portero asumió que los futbolistas son los grandes responsables de la situación deportiva "porque somos los que jugamos". "Y más después de pasar cuatro entrenadores y otros dos circunstanciales", apostilló el barcelonés, quien no supo explicar "qué ha pasado esta temporada".
Lo que sí dejó claro es su deseo de continuar en el Elche, ya sea en Primera o en Segunda. "Cada jugador tiene su situación y yo tengo contrato. En el fútbol no se puede garantizar nada, pero aquí estoy feliz", dijo el catalán, quien pidió a la cúpula del club "apostar fuerte" la próxima temporada para volver a Primera.
Lo peor para el Elche no es el descenso, sino que aún restan nueve jornadas del campeonato en las que todo puede ir a peor. El gran damnificado de la descomposición puede ser el técnico Beccacece, cuyo proyecto del próximo curso corre el riesgo de nacer viciado.