Alicante

Las cinco victorias consecutivas con las que el Hércules despidió el año han permitido al club alicantino y su entorno pasar las fiestas de Navidad más tranquilas de los últimos tiempos. El liderato y el campeonato de invierno, además, están al alcance de la mano, aunque para ello se necesita una pequeña carambola.

El proyecto de Sergio Mora, tras unos meses de dudas, apunta bien, pero los precedentes obligan a mirar el proyecto con prudencia, ya que enero en el mes en el que suelen desintegrarse todas las esperanzas herculanas. Y, también, para la mayoría de los entrenadores que han pasado por su banquillo.

El siempre complicado regreso a la actividad tras las vacaciones, lesiones de jugadores claves, la relajación tras una racha triunfal y la agitación anímica que cada año provoca el mercado de fichajes en el vestuario, con altas y bajas, son los factores que han contribuido en los últimos tiempos a que el Hércules haya salido magullado del primer mes del año.

Lo único bueno de esta situación es que, por repetida, tiene en alerta al cuerpo técnico, que desde el primer día ha tomado conciencia del peligro.

Todo mal

La leyenda negra comienza en la primera temporada tras el descenso a Segunda B, en la temporada 2014-15. El equipo entrenado por Pacheta finalizó el año como líder, aunque sin brillo, para desplomarse de forma inexplicable en los primeros partidos del nuevo año tras sumar dos empates y otras tantas derrotas en cuatro partidos. Adiós al liderato y a Pacheta, despedido por el club, que había enrarecido el ambiente filtrando altas y bajas en la plantilla.

Un año después (2015-16), el relevo del burgalés, Manolo Herrero, quien había llevado meses antes al Hércules a pelear por el ascenso, también caía en el mes de enero, al que ya se llegó con algunas dudas, tras una mala racha de resultados (cuatro puntos de nueve). Tampoco ayudó, una vez más, la inestabilidad creada desde el propio club.

En la temporada 2016-17, el éxito en la Copa, en la que el Hércules se enfrentó al Barcelona, maquilló las penurias en la Liga, en la que el equipo que entrenaba Luis García Tevenet nunca llegó a sentirse cómodo. El equipo superó enero con dos victorias y dos derrotas. El proyecto no despegó y el técnico acabó siendo despedido.

Tampoco mejoró el panorama en el curso 2018-19. El proyecto ya había nacido mal con Gustavo Siviero, relevado por Claudio Barragán a los dos meses de comenzar el campeonato. Con el valenciano en su banquillo el Hércules fue incapaz de ganar en enero (tres empates y una derrota), dejando herido de muerte el proyecto, incapaz de luchar por entrar en la promoción. Barragán caería en febrero.

La maldición no respetó ni siquiera al Hércules de Lluís Planagumá, que había firmado el mejor arranque de siempre en la categoría y mantenía una atractiva lucha con el Atlético Baleares por el liderato del grupo. Dos derrotas consecutivas hicieron temblar los cimientos, pero el equipo, que cayó al sexto puesto, se rehízo y sumó dos victorias para cerrar el mes sin grandes heridas, aunque ya nunca más volvió a ser líder.

Lo peor estaba por llegar en el curso 2019-20. El Hércules, que ya había cambiado dos veces de entrenador, firmó dos empates y dos derrotas para caer a la zona de descenso a Tercera. Mir, en su segunda etapa en el banquillo, quedó muy tocado y fue relevado por Moreno en febrero. Solo la suspensión de la pandemia evitó una debacle deportiva tremenda.

Y ya por último, el pasado curso el Hércules entró en enero con una victoria ante La Nucía y con las ilusiones intactas de pelear por el ascenso, pero un empate y una derrota precipitaron el despido de David Cubillo, con el equipo en la tercera plaza. El proyecto ya no salió a flote ni con David Esteve ni con Manolo Díaz y el equipo acabó diciendo adiós a la pelea por el ascenso a Segunda y a la Primera RFEF y, posteriormente, cayendo a Segunda RFEF, la categoría más alejada de la élite en la que ha competido a lo largo de su historia.

Afrontar el reto

"Queda mucho y ya sabemos lo que suele pasar en enero", deslizó Sergio Mora tras el último partido del año ante el Toledo. El madrileño conoce la casa como nadie y sabe que los inviernos en el Rico Pérez son extremadamente duros. Y no precisamente por el clima.

Por eso el partido ante el Marchamalo, colista, es vital para el Hércules, sobre todo si se tiene en cuenta el calendario exigente que le espera al inicio de la segunda vuelta. Ganar supondría, además de confirmar la buena dinámica y acariciar el liderato, que el equipo de Mora está dispuesto a acabar también con las maldiciones.

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