Alicante

Es cierto que el listón estaba en el subsuelo, pero el cambio experimentado por el Hércules desde la llegada a su banquillo de Lolo Escobar es radical. El técnico extremeño ha devuelto al equipo alicantino en apenas dos semanas el dinamismo en el juego y la solidez defensiva, algo que el anterior entrenador, Ángel Rodríguez, fue incapaz de encontrar en los últimos meses.

Escobar ha sumado cuatro puntos de seis posibles, un balance notable que debería ser mayor de no ser por el enorme error arbitral del colegiado que dirigió el partido ante el Alzira, que no concedió gol un remate de Cedrés y otro posterior de Jean Paul que cruzaron claramente la línea de gol.

El liderato y la zona de promoción, a falta de que aún disputen la jornada casi todos los rivales, queda bastante lejos -11 y 7 puntos, respectivamente-. A no tanto, solo dos puntos, asoma el descenso, pero las sensaciones son muy diferentes y el Hércules actual, tras lo visto en las dos últimas semanas, es otra cosa que poco se parece al alma en pena que se vio durante noviembre y parte de diciembre, cuando llegó a acumular cinco jornadas consecutivas sin ganar para desplomarse a los puestos de descenso a Tercera.

[Lolo Escobar sustituye a Ángel Rodríguez en el banquillo del Hércules]

Tres teclas

Lo más meritorio de la metamorfosis herculana es que ha llegado en un momento crítico en el que la enfermería estaba repleta de jugadores. “Algo tendremos que cambiar porque los resultados dicen que las cosas no se están haciendo bien”, avisó durante su presentación el técnico. Escobar huyó de la palabra “revolución” en sus alineaciones y avisó que actuaría con “lógica”.

Y así lo hizo. Solucionó el agujero defensivo echando mano de Dani Marín, un central que ya había debutado en la primera jornada por exigencias del guión, y que está dando un rendimiento notable. Fuerte, fiable y poderoso en el juego aéreo. El canterano ha ayudado a cerrar la herida defensiva del equipo, que solo ha encajado un gol en las dos últimas jornadas.

Los problemas de dinamismo en el medio campo los solucionó el extremeño sacrificando a Maxi, indiscutible para el anterior técnico, para darle mayor protagonismo y galones a César Moreno, mucho más suelto liberado de la sombra del argentino. Además, la presencia de Sandro Toscano, un jugador técnico y de buen pie, le da al juego del Hércules otro motor para controlar el juego. El fútbol ya no fluye solo de las botas de Míchel, que por fin encuentra un socio que hable su mismo idioma con el balón.

También se ha notado un cambio abismal en ataque con la irrupción de Jean Paul. El joven delantero francés del filial, que ya lleva un gol pero podría haber sumado por ocasiones y méritos dos más, ofrece movilidad, desmarques de ruptura, presión al rival y asociación con la segunda línea. Con la nueva idea y los nuevos actores el Hércules llega más y mejor al área rival, aunque aún falta capacidad de definición, algo que deberán solucionar Harper y Vitoria. Y si no, el mercado de invierno.

“El equipo está en la línea que nos va a dar mucho de aquí en adelante”, resumió Escobar tras el empate en Alzira. Aún quedan lagunas negras en el juego del Hércules, sobre todo en el balance defensivo, especialmente en los costados, pero lo poco que se ha visto hasta ahora invita a pensar que hay tiempo para engancharse a la pelea por el ascenso si el equipo, que regresará de vacaciones el próximo día 26, es capaz de arrancar bien 2023 y el cuerpo técnico acierta en el siempre complejo mercado de invierno.