La capacidad de sorprender de los dirigentes del Hércules es infinita por mucho que la entidad lleve ya dos décadas instalada en la extravagancia. Este miércoles tampoco habrá presentación de Luis Castillo, aplazada sin fecha al no llegar a un acuerdo el empresario hotelero con el propietario del club, Enrique Ortiz, ni obtener garantías de plena independencia en la gestión. No se ha roto el hilo, pero casi.
Este martes, a menos de 24 horas de la anunciada presentación, el Hércules se ha limitado a señalar, en un escueto comunicado, que ambas partes, el accionista de referencia y Luis Castillo, "han acordado darse un periodo de reflexión y emplazarse a futuras conversaciones".
Minutos después, Luis Castillo, ha lanzado un comunicado en el que asegura que no ha habido "órdagos ni pulsos" con el máximo accionista y que ambos se van a tomar un tiempo para reflexionar y acercar posturas "con la máxima buena fe por ambas partes".
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"No ha habido pulsos de ningún tipo, ni luchas, ni discusiones. Sólo dos empresarios que desgraciadamente no han conseguido llegar al punto de encuentro en este momento, y como él es el dueño, lo cual respeto profundamente, hemos acordado cerrar las negociaciones de momento", explica Castillo en la nota, en la que recuerda su pasado como activista herculano en la presidencia de una peña blanquiazul, de la Federación de Peñas y de la Asociación de Pequeños Accionistas.
El empresario admite que el acuerdo con Ortiz está "complicado", si bien desea "no cerrar la puerta" a la presidencia. También se niega a criticar al máximo accionista, al que reconoce su aportación económica al Hércules.
Castillo se muestra dolido por las faltas de respeto que ha sufrido en los últimos días y pide que "venga el que venga, sea quien sea" se le dé la oportunidad "de explicar su proyecto, de apoyar".
"De corazón, espero que tenga la presunción de inocencia, que a mí no me habéis otorgado", añade el empresario, quien asegura que Ortiz “daría lo que fuera” por ver al Hércules de nuevo en la cima del fútbol español. Por último, Luis Castillo desea que Ortiz pueda encontrar "a quien pueda canalizar tanto cariño en pro del bien del Hércules", ya que entiende que así "todo será muy fácil".
"Debemos dejarnos de envidias y personalismos y darnos una oportunidad los alicantinos de crecer y disfrutar de lo que nos hace felices, nuestro Hércules", concluye el hotelero, quien reiteró que en el fondo tanto Ortiz como él quieren llegar a un acuerdo "pero necesitamos tiempo".
Desacuerdo
Los puntos de desacuerdo entre las partes tienen su origen en la confección del organigrama deportivo, ya elaborado por Ortiz con gente de su entorno, y en el deseo de Castillo de contar con un gestor de su máxima confianza en las oficinas de la entidad, además de exigir garantías firmadas de independencia en la gestión del día a día.
El empresario hotelero fue consciente desde el primer momento de que su llegada al club no era bien recibida por la mayoría de los aficionados, que intuyó en su figura un nuevo directivo títere de Ortiz, por lo que su única forma de diferenciarse del máximo accionista era realizar una gestión independiente y con plenos poderes.
Ortiz, como ha hecho en otras ocasiones, deja hacer a los que acceden a la presidencia, aunque de forma relativa. Sucedió con Perfecto Palacio, al que entregó las llaves del club y poder de decisión en materia deportiva. Sin embargo, el matrimonio se resquebrajó de forma inmediata en el momento en el que Palacio le reclamó a Ortiz la firma como consejero delegado, lo que traía consigo los plenos poderes.
La negociación entre las dos partes, con sus tiras y aflojas, es algo habitual y normal, pero lo que no se entiende es cómo se dio oficialidad a algo tan serio como la presidencia del Hércules cuando el acuerdo no estaba definido. Y más sabiendo el descontento que ya existe en la afición, a la que se ofrece de nuevo una imagen de improvisación en lo que debería haber sido la primera piedra del nuevo proyecto.