"Al Rico Pérez venimos a disfrutar". Cómo ha cambiado el cuento en el Hércules en apenas unos meses. Las palabras del entrenador del Hércules, Rubén Torrecilla, tras la victoria este sábado ante el Cerdanyola (3-0), cuarta en otros tantos partidos como local, contrastan con lo que fue la realidad del equipo en los últimos años, en los que pisar el Rico Pérez fue una tortura para jugadores y afición.
El concluyente 3-0 de este sábado, con goles de Alvarito, Ketu y Candelas, confirmó la progresión de un equipo completamente nuevo que ha alcanzado velocidad de crucero hacia el ascenso. Seis victorias en las primeras siete jornadas es algo insólito en el Hércules, un equipo al que tradicionalmente arranca con pereza los campeonatos y al que le cuesta engancharse a la competición.
El Hércules actual, entre otros registros, ya ha igualado el mejor arranque como local de las últimas tres décadas, firmado por el equipo que ascendió con Quique Hernández en el curso 1992-93, o mejora los promedios de los grupos que dirigió Manolo Jiménez o Esteban Vigo, que también acabaron coronándose con el salto a Primera. También ha quedado atrás el equipo de Lluís Planagumà, el último entrenador que logró encender la mecha de la ilusión herculana, que llegó a esta misma jornada con un balance de cinco victorias y dos derrotas.
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Motivos para el optimismo sobran. El Hércules ya está al frente de la clasificación, con permiso del Lleida, sin tener todo su arsenal ofensivo en plenitud de condiciones. Marcos Mendes se ha perdido varios partidos por unos problemas físicos, y Nico Espinosa, la gran esperanza herculana, acaba de incorporarse tras superar una larga lesión y el goleador argentino Agustín Coscia aún está inédito por una lesión en los tendones.
Los tres, por poco que sumen, van a mejorar un equipo que ya tiene pegada y que, sobre todo, ha sabido blindar su portería como hace tiempo que no se recordaba. Los alicantinos ya suman cuatro porterías a cero en Alicante, un registro de otra época. Además, se nota que el Hércules se siente fuerte y favorito en el campo. A diferencia de otros proyectos, el actual tiene hambre. Y se nota.
Prudencia
El arranque de purasangre del Hércules suele ser sinónimo de éxito, pero también hay que recordar episodios en los que el equipo se ha ido desintegrando con el paso de la competición. Pasó en la primera etapa en Segunda B, con Moncho en el banquillo, cuando el Hércules, tras ser líder y estar invicto durante 16 jornadas acabó desfigurándose en la segunda vuelta.
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Y también en el curso 2011-12, cuando el millonario proyecto diseñado para devolver al equipo por la vía rápida a Primera, con Juan Carlos Mandiá en el banquillo, se evaporó tras firmar uno de los mejores inicios de siempre del equipo en Segunda.
Pase lo que pase de aquí a mayo, el equipo de Rubén Torrecilla, por lo menos, ilusiona y contagia su entusiasmo a la grada. Su gran mérito más allá de la impecable clasificación es haber convertido en una fiesta lo que antes era un camino de espinas.