El estadio José Rico Pérez se prepara para vivir el domingo una de esas jornadas que quedarán grabadas para la historia para bien o para mal… El Hércules está a un paso de celebrar en su casa y ante toda su hinchada un ascenso si es capaz de vencer al Lleida, un rival que, aunque ya no pelea por el campeonato, también se juega cosas, como asegurar el factor campo en las eliminatorias para dar el salto a Primera Federación.
El coliseo herculano, a pesar de que ya tiene una edad (cumplirá medio siglo de vida el próximo agosto) sólo ha sido testigo directo de la fiesta del ascenso de su equipo en dos ocasiones. Y de la última hace ya casi dos décadas…
El estadio, construido al inicio de la era dorada del club en Primera, tuvo que esperar casi una década para vivir su primera gran alegría. El primer ascenso que hizo temblar el estadio fue el de la temporada 1983-84 a Primera División. Aquel equipo, entrenado por Carlos Jurado, selló su pase a la máxima categoría tras una segunda vuelta espectacular. El ascenso matemático llegó en la penúltima jornada tras una clara victoria ante el Castellón (2-0) con goles de Santi Bakero y Álvarez.
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Aquel equipo legendario estaba formado por Reces, Sanabria, Espinosa, Parra, Cartagena… El pitido final del árbitro provocó una invasión de campo con imágenes que a día de hoy permanecen imborrables en la memoria de los aficionados.
Posteriormente, ya en la década de los 90, llegaron los ascensos a Segunda B, en Las Palmas, y a Primera, en Badajoz. Ante el equipo insular, ya en un duelo intrascendente, también hubo fiesta en las gradas e invasión de campo tras el (4-1) a pesar de que el ascenso se había materializado una semana antes. En el espectacular año del campeonato de Liga Segunda, con Manolo Jiménez en el banquillo, la afición lo celebró de forma más fría en el partido ante el Eibar (0-1).
La afición herculana se echó a la calle en ambos casos, pero no pudo vivirlo en directo en su estadio y rodeado de sus compañeros de grada. Tuvo que esperar casi 20 años para volver a sentir el cosquilleo de una celebración en tu templo.
La segunda explosión blanquiazul llegó en junio de 2005, cuando el Hércules certificó con un empate ante el Alcalá (1-1) en la vuelta de la final de la fase de ascenso a Segunda la ventaja lograda una semana antes en la localidad madrileña (1-3). El gol de Nano desató la fiesta en las gradas, que se trasladó al césped cuando el árbitro señaló el final. Nueva invasión de campo y jugadores llevados a hombros por el césped.
El último éxtasis herculano, con el ascenso a Primera, se vivió en Irún (0-2), muy lejos de un Alicante en plenas Hogueras de San Juan. Desde entonces, el Rico Pérez ha vivido en sus carnes fiestas de otros equipos, como Cádiz, en la promoción ante el Hércules, Ponferradina, ante el Alicante, o Murcia, hace apenas tres años.
Veinte años después, la guarida blanquiazul se prepara para su tercer ascenso, que si llega esta temporada, casi dos décadas después, se vivirá sí o sí en el Rico Pérez, ya sea a través del ascenso directo este domingo ante el Lleida o vía promoción, ya que el equipo alicantino, en el caso de ser segundo, tiene garantizado el factor campo a favor en las eliminatorias.