Miles de aficionados del Hércules han participado en una concentración en un solar cercano al estadio, en el barrio de San Blas, para desde allí, junto a los más de 200 jugadores de la cantera, dar la bienvenida al autocar del equipo a su llegada al estadio.

La ocasión no es para menos. El equipo podría lograr este domingo el ascenso directo a Primera RFEF, un paso imprescindible para el ansiado regreso del club centenario al fútbol profesional.

Banderas, bufandas, botes de humo de colores azul y blanco han recibido a los jugadores a su llegada al Rico Pérez. Uno de los momentos más espectaculares ha sido cuando se han juntado los miles de aficionados de la marcha con los que ya estaban en el estadio esperando el autocar. El estadio estalló en el calentamiento del equipo y también a la salida de los jugadores.

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El autobús ha tardado casi 10 minutos en cubrir los 300 metros de la avenida del estadio por la cantidad de aficionados, que apenas podían ver a sus jugadores ante el pasillo formado por las bengalas y botes de humo, además de tracas y casillos de fuegos artificiales.

El Hércules buscará este domingo, con cerca de 29.000 aficionados, abrir una nueva era en su historia con un triunfo ante el Lleida en la última jornada del campeonato regular que le suponga el ascenso directo a Primera RFEF.

El equipo alicantino, líder del grupo III y en racha tras enlazar cinco victorias consecutivas, depende de sí mismo para asegurar el campeonato de grupo y el ascenso de categoría, aunque también podría alcanzarlo si el Europa, segundo, no gana al Espanyol B.

El Lleida, que ya no puede ser campeón, llega a Alicante con algunas bajas y con la mente puesta en la promoción. Ni siquiera la segunda plaza parece a su alcance, ya que dependería de una carambola de resultados, incluso aunque ganara en el Rico Pérez.

En el aspecto deportivo, el entrenador del Hércules, Rubén Torrecilla, sólo cuenta con las bajas de José Artiles, en la recta final de su lesión en el peroné, y de Álvaro Harnáiz, sancionado.