Alicante

Ya han pasado dos semanas, pero el relato del ascenso aún le sigue emocionando. "Aún hay días que no me lo creo, lo estoy teniendo que asimilar", confiesa Carlos Mangada (Alicante, 2001).

El centrocampista desborda ADN herculano por todos sus poros. Esculpido durante años en la cantera blanquiazul, Mangada probó suerte en algunas de las mejores canteras de España para regresar el pasado verano a Alicante con el único objetivo de remolcar al equipo de su vida del fango.

Aportó a la plantilla sangre blanquiazul, ambición, sentimiento y hambre. Mangada analiza para EL ESPAÑOL una temporada inolvidable con la sospecha de que solo es el primer capítulo de una nueva historia.

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—Ya han pasado dos semanas desde el ascenso. Como alicantino y herculano, ¿cómo estás viviendo estos días de despertar del herculanismo?

—La verdad es que lo estoy teniendo que asimilar, porque hay días que aún no me lo creo. He jugado en otros clubes, pero nada es comparable al éxito en el club de tu ciudad. Este equipo es el que más me tira y el proyecto que me comentaron ha salido adelante a la perfección.

—El Hércules le viene de serie. ¿Cómo se vive un ascenso en casa cuando se está rodeado de herculanos por todos lados?

—Lo han vivido con más nervios que yo. Mi familia y mi entorno son muy del Hércules. A veces pensaba que lo iban a pasar peor que yo si al final no se daba. No quiero ni imaginarme lo que estaría sufriendo mi padre el día del Lleida. La verdad es que han estado en todo momento muy pendientes de mí en los malos y buenos momentos. Han sido claves en mi progreso.

—De toda la explosión de emociones del ascenso, ¿con qué imagen o detalle se queda?

—Es difícil quedarse con un momento. Quizás con la imagen del banquillo en el minuto 90. Estaba temblando de los nervios y en un segundo, cuando el árbitro pita, se pasa a la locura. También viví un momento muy especial en el campo. Me tiré al suelo, de rodillas, y vino mi hermana a abrazarme y cubrirme con una bandera de Alicante. Fue muy emotivo.

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—Hace apenas una década, usted era capitán de los equipos de la cantera y una de las más firmes promesas. Ha ido al Rico Pérez toda su vida. ¿Qué sintió cuando llegó en el autocar y vio la que se había montado en el estadio?

—Se me ponen los pelos de punta al recordarlo. Tengo vídeos desde dentro del autobús, pero no se ve casi nada por la cantidad de gente y el humo. Se me ha quedado grabado en la mente cuando salimos los dos equipos al campo con el himno. Cada vez que se paraba el juego, miraba a las gradas porque no me lo creía. Es que no había un hueco en el estadio…

—Tras un mal inicio de la segunda vuelta, ¿cuándo se da cuenta el equipo de que puede ascender como campeón?

—Nosotros siempre hemos tenido esa confianza por el trabajo y las cualidades de la plantilla. El míster siempre dice que las ligas se ganan en el último mes y que teníamos que ser regulares. Y es lo que hemos sido.

—Ya, pero el día de La Nucia…

—Siempre se tienen altibajos. Quizá el punto de inflexión es el gol de Ryan (Nolan) en Alzira. Marcar de esa manera, en el último minuto, hizo que cambiara algo en el equipo y que confiáramos más. Luego, cada victoria llegaba acompañada de un tropiezo de un rival y eso nos iba alimentando aún más, porque siempre recortábamos a uno, dos o tres equipos. Ganar y ver que los demás no lo hacen te ayuda mentalmente.

—No se le puede pedir más a su primer año, pero durante una parte de la temporada pareció incómodo en el equipo. ¿Lo pasó mal?

—Cuando ves que no salen las cosas a nivel colectivo te afecta y estás mal. He tenido partidos buenos y otros no tan buenos, como todos. Yo creo que mi temporada ha sido buena. En los malos momentos me he refugiado en la familia y los amigos y he notado mucho la confianza del cuerpo técnico.

—¿Cómo vivió desde dentro el ruido y el debate sobre la necesidad de contratar a un medio centro defensivo? ¿Se dio por aludido?

—No, cuando más competencia haya en el equipo, mejor. La competencia siempre te mejora. A mí no me afectó. Si llega a venir alguien, bienvenido y ojalá que hubiera aportado cosas al equipo.

—¿En qué puede mejorar Mangada para el futuro?

—Siempre se puede mejorar en todo. Esta temporada, gracias al trabajo de Torrecilla, he aprendido a manejar aspectos defensivos que no tenía tan claros. Cosas como la posición, los duelos, las segundas jugadas… El míster me ha ayudado mucho. Yo era otro perfil de jugador. Quizá me ha faltado llegada al área, pero como tenía que estar como pivote defensivo, equilibrando al equipo, tampoco se puede llegar a todo. Sé que hay cosas que mejorar, pero estoy contento de mi temporada, pero sobre todo de la del equipo.

—Ya sabe cómo es Alicante. Ya se piensa en la próxima temporada y en un nuevo ascenso. ¿Comparte este mensaje?

—Hombre, lo primero sería estar tranquilos y disfrutar un poco de lo que hemos logrado. Está todo reciente y hay que tener un poco de calma. Hay que dejar al club y a la dirección deportiva trabajar para que hagan fichajes o den bajas. Pero el objetivo es ascender a Segunda o, por lo menos, pelear por el ascenso.

—Vamos, que nada de temporada de transición y de adaptarse a la nueva categoría.

—Es que el Hércules, por historia, ciudad, afición y repercusión no puede plantearse quedar en mitad de la tabla o la permanencia como objetivos. Hay que pelear por el ascenso o el playoff y que luego el fútbol te ponga en el sitio que te corresponda.

—Quedan dos meses para la pretemporada. ¿Qué va a hacer con tanto tiempo libre?

—Algún viaje haré con los amigos y con la familia. Me apetece desconectar y cargar pilas para lo que viene.

—Y a toda esa gente que se extraña de la euforia que provocó en la ciudad un ascenso a Primera Federación, la tercera categoría del fútbol español, ¿qué le diría?

—Que fue un ascenso muy importante. El más importante, porque es el que hará que vengan otros muy importantes.