Torrevieja se ha despedido esta noche de la selección española de balonmano femenino tras quince días en los que el combinado que entrena José Manuel Prades ha provocado un enorme impacto social, económico y deportivo en la localidad alicantina.
Las Guerreras han tenido en Torrevieja su sede durante las dos primeras fases del Mundial, en la que han disputado seis partidos, tres de la primera fase y tres de la ronda principal. En todos ellos se ha registrado un ambiente festivo en las gradas y en la localidad.
La tradición en la provincia de Alicante del balonmano, uno de los pocos deportes que ha dado títulos nacionales a los clubes del territorio, casi garantizaba un éxito de público en todos los encuentros de España, pero las previsiones se han desbordado.
Además, el componente sentimental de contar con integrantes de la selección nacidos cerca de la localidad. Es el caso del propio entrenador y las jugadoras Paula Arcos, natural de Petrer, o Lara González, de Santa Pola. Aunque esta finalmente no ha podido participar en el torneo por una lesión sufrida en la mano el día antes del inicio de la competición. Aún así este factor ayudó a amplificar la identificación del público con el equipo.
Mayor impacto
El impacto social, que va más allá de los llenos en el pabellón de los partidos de las Guerreras, también se ha dejado notar en varias localidades próximas de la comarca, a las que las jugadoras de la selección se han desplazado para participar en varias actividades lúdicas.
El éxito económico también estaba garantizado, ya que desde la Diputación de Alicante se aseguró, en la previa del campeonato, que el Mundial dejaría más de cuatro millones de euros de retorno directo. De hecho, la presencia de España en Torrevieja era una de las condiciones puestas por las instituciones a la organización para acogerlo.
El atractivo turístico de la localidad también ha sido un reclamo para que centenares de aficionados, desplazados desde todos los puntos de España, decidieran pasar unos días en la costa alicantina, sobre todo durante el pasado puente y los fines de semana.
Todos los hoteles de la localidad han estado completos de aforo, así como algunos otros de localidades cercanas, como Elche, Alicante u Orihuela, ya que también se ha dejado notar la llegada una gran colonia de aficionados argentinos y austriacos, cuyas selecciones también han jugado en la sede de Torrevieja.
Prueba de la sintonía entra la grada y la selección han sido las ovaciones recíprocas que se han dedicado al final de cada uno de los partidos. Además del magnífico ambiente previo que se ha vivido en el último choque, el de este domingo ante Brasil que ha encaminado a una España invicta hacia la lucha por las medallas.