Ya han pasado tres meses desde que Rafa Valls (Cocentaina, 1987), uno de los gregarios más reconocidos del pelotón internacional, decidió echar el pie a tierra y colgar la bicicleta. El ciclista contestano rompió con su profesión y su pasión a pesar de tener contrato con la escuadra Bahrain, una de las más potentes del planeta, tras haber exprimido su cuerpo, pero sobre todo su mente, durante más de una década en la élite mundial.
"Ya no tenía la cabeza para el nivel que requería el equipo", admite el contestano. Valls repasa para El Español los motivos de su adiós, reivindica el ciclismo como deporte de equipo, ensalza a Valverde y se ilusiona con Ayuso, la joya alicantina del ciclismo español.
¿Fue difícil decir adiós al ciclismo?
Fue algo duro, porque es una decisión que cambia tu vida. Pero fue algo meditado. La tomé después de un entreno corto, aunque era algo que ya arrastraba desde hacía tiempo. Sentía que no podía ofrecerle al equipo las garantías que de mí se esperaban. Ser ciclista profesional era el sueño de mi vida, pero la cabeza ya no respondía. También tuve varias lesiones de las que me recuperaba, pero siempre quedaba algo mental. Me encontraba bien físicamente, pero no psicológicamente.
Educar la mente
La gimnasta Simone Biles descubrió al mundo en los pasados Juegos de Tokio los problemas psicológicos que pueden llegar a tener los deportistas de máximo nivel. ¿Se sintió identificado?
Cada uno a su manera. Es súper importante cuidar y educar la mente de los deportistas de élite. Es tan importante como el aspecto físico. El ciclismo tiene una exigencia máxima y yo me arrepiento ahora de no haber empezado a trabajar antes, cuando era más joven, este aspecto.
¿Qué era lo que más le agobiaba de su profesión durante estos últimos años?
Estar fuera de casa durante tanto tiempo siempre me ha afectado. Esta profesión hace que te pierdas muchos momentos familiares. No estaba bien a nivel emocional y lo malo que tiene eso es que los problemas acabas por trasladarlos a casa. Te metes en una rueda negativa de la que es complicado salir.
¿Qué le aportó trabajar con una psicóloga?
Empecé a trabajar con ella el pasado año y, sobre todo, se trataba de saber controlar las emociones. Saber por qué vienen los problemas y las inseguridades y hacer ejercicios para controlar esos malos momentos.
Ahora que ha empezado la temporada, ¿echa de menos el pelotón?
Se echa de menos el ambiente del equipo, lo que es estar dentro de la carrera con los compañeros y rivales, pero la competición aún no.
¿Y la bicicleta? ¿No sale a entrenar aunque sea por diversión?
Este último año ha sido complicado y salir a entrenar era un martirio. Me he tomado un tiempo sin bici. La miro, pero no me dan ganas.
El ciclismo le ha dejado agotado, pero ¿qué se ha llevado de bueno después de tantos años?
Muchas vivencias, amigos, viajes… He podido viajar por el mundo haciendo lo que me gusta y compartiendo equipo con algunos de los mejores.
Ahora que ha cerrado el libro. ¿Le hubiera gustado tener mayor protagonismo como solista o se va feliz siendo un gregario valorado por el pelotón?
Cuando eres joven cuesta un poco asimilar ciertas cosas, pero con el paso de los años lo ves más claro. El ciclismo es un deporte de equipo y es importante saber aportar tu granito de arena cuando se necesita. Las carreras son largas y siempre hay alguna ocasión para destacar.
¿Le quedan ganas de seguir las carreras por la televisión?
Sí y me gusta analizarlas.
Igual hay un director de equipo metido ahí y usted sin saberlo.
Ojalá. He estudiado para sacarme el curso de nivel 3 y abrir una vía por ese camino. Me encantaría seguir ligado al ciclismo.
Usted tiene una escuela de ciclismo en Cocentaina. Imagino que además de enseñarles a competir también los preparará mentalmente para lo que les viene encima.
Claro. Estamos contentos con el proyecto, que ha pasado en dos años de 19 a 29 alumnos. Intentamos transmitirles lo que es el ciclismo y a los más mayores ya les damos algunas pinceladas de lo duro de lidiar que es esto.
Ha estado en el pelotón hasta hace cuatro días. ¿Cómo ve el nivel del ciclismo actual?
Creo que tiene una buena salud. Hay ciclistas muy importantes y de enorme calidad. Es verdad que en las grandes vueltas los eslovenos –Roglic y Pogacar- están un paso por delante de otros líderes, como los míos -Mikel Landa y Damiano Caruso-, pero también hay que saber jugar con la fuerza del equipo.
Ha disputado cinco Tours, cuatro Giros y dos Vueltas. ¿Cuál es el ciclista que más le ha impresionado?
Alejandro Valverde. He compartido equipo con él en el Movistar cuando fue campeón del Mundo y es increíble cómo se toma esta profesión. Tiene 42 años y les sigue ganando a los chavales. Lo veía ganar en la tele cuando era un niño, cuando he competido con él y ahora que me he retirado… Es increíble.
De todos los corredores que ha tenido cerca, ¿quién es el más completo?
Posiblemente Wout van Aert, porque es capaz de ganar etapas en todos los terrenos. Puede vencer en una crono, en un esprint masivo o en altísima montaña, como demostró en el Tour de Francia. Es algo que no se había visto nunca antes. Impresiona.
La rivalidad que tiene el belga con Van der Poel amenaza con convertirse en legendaria. ¿Cómo se ve desde dentro?
Es una rivalidad sana porque hay buen rollo entre ellos. Llevan toda la vida compitiendo uno contra el otro, y la verdad es que nosotros también la disfrutamos.
Con su adiós el ciclismo alicantino pierde a uno de sus referentes en el pelotón internacional. Nos quedan Orts y Ayuso. ¿Cómo los ve?
Orts está más centrado en ciclocrós. Es todo un referente en España y según avance la temporada irá pasando a la carretera. Ayuso tiene muy buenas maneras. Me gusta su desparpajo, pese a su juventud, en las carreras profesionales en las que ha competido. Ya lo demostró en las Antenas del Maigmó. Ahí hay un ciclista bueno.