De aficionados a pilotos de ralis: dos primos de un pueblo de Alicante construyen un bólido desde 0
Borja Ramírez y Vicente Climent dieron el salto a la carretera y construyeron el vehículo con sus propias manos desde el pueblo de Busot.
4 marzo, 2024 06:06Para convertir un coche de segunda mano en un bólido de carreras se necesita la combinación de tres elementos: conocimiento, tiempo y dinero. Con una buena dosis de cada ingrediente, dos primos del pueblo de Busot (Alicante) han construido un vehículo para dejar de ver los ralis desde fuera y vivir la experiencia de primera mano.
Vicente Climent y Borja Ramírez, piloto y copiloto, respectivamente, son los artífices de esta proeza de la mecanica. Ambos eran unos grandes aficionados de estas carreras y disfrutaban viendo como los habilidosos conductores escalaban las estrechas, curvas y peligrosas carreteras de su localidad y de los pueblos cercanos.
Los pueblos de la zona norte de la provincia destacan por tener gran tradición por el motor, "algo que se está perdiendo", lamenta Ramírez. La loca idea de comprar un coche y dejar de ser espectadores para pasar a convertirse en protagonistas les llegó porque "nos calentamos", comenta el copiloto.
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Una vez que se les metió la idea en la cabeza tuvieron que materializarla. El primer paso fue ir hasta Valencia para comprar el Peugeot 206 que luego se trasformaría en su coche de ralis, un turismo que se quedó "a pelo" una vez que lo trajeron a Busot.
El proceso fue largo y costoso, más si se tiene en cuenta que, aunque trabajan como mecánicos, son principiantes en este deporte de motor. "Lo vaciamos por completo, dejamos la suspensión, pero sacamos todo del habitáculo. Cambiamos la batería, mejoramos el motor, hemos modificado el filtro, añadimos un freno de mano hidráulico y tuberías para el sistema de frenado hechas a medida, además de comprar una suspensión", señala Ramírez, quien desea para el futuro añadir una caja de cambios superior.
Todas las modificaciones han multiplicado el valor del coche por siete, elevándolo hasta 7.000 euros, cuando lo compraron por 1.000. Sin embargo, el mecánico reconoce que han gastado "más que el precio actual del vehículo". La inversión de capital es importante, pero las horas de dedicación invertidas antes de poder participar en una carrera lo son más.
"Hemos estado muchas tardes, ha sido un año y medio casi todos los días trabajando en él hasta que empezamos a competir". El sueño no hubiera sido posible sin la ayuda del Club Automovilístico Canelobre, que les ha permitido ser los únicos competidores de Busot en ralis. Hasta el momento, los principiantes han corrido en dos pruebas con su nueva máquina. La primera fue bien, pero en la segunda una salida les obligo a reparar algunos daños provocados por un pequeño choque. Eso si, primero lo probaron en circuito para evitar sorpresas y comprobar que todo estaba a punto.
La arriesgada modalidad en la que participan requiere de unos sistemas de seguridad avanzados para evitar tragedias, ya que circulan por carreteras pequeñas y complicadas con obstáculos cercanos, como piedras, árboles y hasta barrancos. Las barras de metal que están obligados a incorporar crean un exoesqueleto que impide que el vehículo se aplaste ante una colisión. También llevan cascos y ropa ignífuga.
Una vez modificados, los coches pasan una ITV diferente a la de los automóviles convencionales que revisa que cumpla la regulación y las homologaciones actuales. Si está todo en regla, el coche pasa a ser de competición y ya no puede sacarse a la calle para circular, con la excepción de los días anteriores y posteriores a las pruebas para que los pilotos puedan ir de pueblo en pueblo y desplazarse a su siguiente etapa.
A pesar de los riesgos, asegura que es "una pasión que no se puede explicar". Lo que más destaca de pasar de seguidor a protagonista es que cambia la percepción de lo que piensa un observador externo. "Todos hemos dicho alguna vez que uno va muy lento o que es muy malo, pero hay que estar ahí dentro, no es tan fácil como se ve".
El copiloto se ocupa de indicar las curvas con antelación y necesita estar leyendo un papel, lo que alguna vez puede causar mareos. "Vivirlo es otra experiencia, hace dos días estábamos desde fuera viéndolo en una silla y ahora estamos esperando a que nos den la salida para empezar a correr", afirma.
Lo mejor de los ralis es "la experiencia". Según Ramírez, la esencia va más allá de la carrera y engloba los momentos compartidos con amigos, aficionados y clubs vinculados al deporte de motor durante el fin de semana que se disputa: "Es muy bonito". El próximo reto de los primos será correr en la Copa de la Comunitat Valenciana. Pero primero participarán en el rali de Busot, donde quieren "dar un buen espectáculo" en condición de locales.