Alicante

La expansión casi imparable del mejillón cebra preocupa a los expertos. Presente en el parque natural de la Albufera, el embalse de Crevillent y hasta en las infraestructuras del trasvase Tajo-Segura, los científicos alertan del daño medioambiental y económico que genera. 

Esta especie se encontró por primera vez en la Comunidad Valenciana en el embalse de Sichar (Castellón) en 2005. "Un pescador vio un bicho que no había visto nunca", explica en una entrevista a Marta Rojo de Efe con la jefa de servicio de Calidad de las Aguas de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Concha Durán. Y tienen razones para preocuparse porque ha causado estragos en el 35 % de los embalses que gestionan.

El peligro del mejillón cebra no es solo que desplace a otras especies autóctonas, sino que se reproducen en tan gran número que su acumulación puede llegar a taponar vías de paso del agua, como las que conectan los embalses con las centrales hidroeléctricas o plantas potabilizadoras, e incluso en trasvases de agua.

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El daño ecológico del mejillón cebra se lo causa a otras especies autóctonas, a las que desplaza, quita fitoplancton para alimentarse y el espacio en las rocas que los peces necesitan para poner huevos. Pero el daño socioeconómico es, en este caso, tan preocupante como el anterior.

"El mejillón cebra se reproduce muy deprisa y se generan masas compactas de organismos, unos encima de otros, que acaban taponando cualquier toma de agua", detalla. Y esto último los beneficia porque esta especie necesita para vivir aguas con poca corriente.

Precisamente es el tipo de entornos que encuentran en los embalses y todas las infraestructuras conectadas a ellos. De hecho, se ha detectado la presencia de esta especie exótica invasora en diferentes infraestructuras como las centrales nucleares de Cofrentes (Valencia) y Ascó (Tarragona), las plantas potabilizadoras de la Comunidad Valenciana, la Acequia Real del Júcar o la conducción de la transferencia Júcar-Vinalopó.

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Las consecuencias de esos "tapones" van desde la incapacidad de una central hidroeléctrica para generar energía hasta la incapacidad de regar los campos cuando el mejillón se mete en balsas de riego.

Para llegar a instalarse en territorio español, el mejillón cebra ha tenido que hacer un largo viaje desde su lugar de origen, el mar Caspio, y se cree que pudo llegar en el agua del interior del motor de una embarcación o, en estado larvario, en algún cebo vivo para pesca.

Desde entonces, su expansión ha sido rapidísima y, según Durán, casi imparable. Una hembra pone un millón de huevos al año que, además, son invisibles, por lo que es fácil arrastrarlos en embarcaciones o en trasferencias de agua sin percibirlo.

En aguas españolas, además, se encuentran cómodos. Para reproducirse, necesitan que el agua esté a 13 o 14 grados, cosa que en su lugar de origen puede ocurrir "dos o tres meses al año" mientras que aquí "pueden estar reproduciéndose seis o siete meses".

Complicado de frenar

Eso le ha permitido expandirse por España con facilidad. En menos de 20 años ha pasado de haber mejillón cebra en un embalse en todo el territorio nacional a hallarse en más de 60. La dificultad ahora estriba en poner coto a su expansión.

Según Durán, es una tarea complicada: en aguas libres, como las de un embalse o un río, está prohibido utilizar productos químicos, como el cloro, que afectarían al mejillón cebra pero también al resto de las especies.

Es más sencillo, dice, en el interior de las instalaciones, donde "puedes echar lo que quieras porque vas a matar al mejillón y solo al mejillón". Y ahí existen alternativas como el propio cloro o el peróxido de hidrógeno.

En zonas ya afectadas, las medidas se parecen más a un confinamiento. Eso ya se aplica a las embarcaciones en los embalses donde se encuentra esta especie: a partir de la detección, solo pueden navegar en ese embalse, y no en otros lugares, para no extender las larvas.

El riesgo es tan alto que estas pueden aprovechar las gotas de agua en el motor de una barca, el rastro en los neoprenos o incluso los patos o aves que se trasladan de un embalse a otro.

Ni siquiera se come

Según la jefa de servicio de la CHJ, el mejillón cebra es una especie poco atractiva porque ni siquiera se puede comer, como otras subespecies, "no porque sea tóxica, sino porque prácticamente no tiene carne".

La suelta de especies exóticas que han sido compradas como mascotas o la introducción deliberada, sobre todo para la pesca, son algunas de las "puertas" más comunes por las que han entrado algunas de las 150 especies exóticas invasoras censadas en España.

Ahora, la compra de estas especies está prohibida, pero hace falta "muchísima divulgación", según Durán, puesto que muchas veces estos animales terminan en aguas nacionales por "falta de conocimiento, no por mala idea".