Más de 30 empresas vinculadas al conocimiento y la innovación trabajan ya en el Parque Científico de Alicante (promovido por la UA), donde se estimula y gestiona el flujo de conocimiento y tecnología entre universidades, instituciones de investigación, empresas y mercados. Muchas de ellas surgidas de proyectos de investigación de la propia universidad que dan el paso hacia la industrialización y comercialización de productos innovadores.
Se trata de un ecosistema empresarial dinámico conectado con los principales agentes de innovación que impulsa la creación y el crecimiento de empresas innovadoras mediante mecanismos de incubación y proporciona otros servicios de valor añadido así como infraestructuras e instalaciones de gran calidad.
Estas empresas no sólo comparten espacios de incuestionable calidad, como el nuevo Centro de Creación de Empresas, 13.000 metros cuadrados diseñados por Guillermo Vázquez Consuegra, Premio Nacional de Arquitectura en 1993, que se adapta a las necesidades de los nuevos empresarios. Su proximidad y contacto mutuo genera sinergias para emprendedores que de un modo u otro tienen que seguir los mismos pasos hasta que su idea o proyecto basada en el conocimiento se pueda convertir en un producto comercializable.
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Además, el PCA ofrece formación en disciplinas ajenas a los científicos como el marketing, y para la búsqueda de financiación a través de los concursos públicos de ayudas a la innovación.
Además de empresas de nueva creación en ámbitos como las TIC y la Biotecnología, el PCA destaca como el mayor aglutinador de empresas de Economía Circular de la provincia de Alicante. El objetivo, tal y como lo viene definiendo la UE, es promover un cambio del modelo de gestión de residuos liberando nuevas oportunidades al transformar los residuos en recursos.
Cuatro de estas empresas ya están patentando procesos y productos que permiten no solo la reducción de residuos contaminantes, sino también reducir la dependencia de nuevas materias primas y abaratar costes. Se trata de Solublion, Quismil, Calpech o Fych. Todas ellas especializadas en diferentes soluciones para un futuro más sostenible.
Solublion
Bajo la marca comercial de Solublion, un grupo de investigadores han creado una empresa de "soluciones poliméricas biodegradables, compostables e hidrosolubles basadas en almidón de patata termoplástico" orientadas a la industria del embalaje de fácil reciclado.
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Un equipo multidisciplinar, con profesionales procedentes de diferentes sectores: científico-técnicos como ingeniería, química o biomedicina; hasta profesionales de desarrollo de negocio y ventas, liderados por Daniel Domene que comenzó como proyecto científico en la UA hace ocho años (grupo de Residuos, Energía, Medioambiente y Nanotecnología REMAN del Instituto de Ingeniería de Procesos de la UA) y que ya tiene tres de vida como empresa.
"Trabajamos varios años en el proceso de diseñar materiales biovasados, que pudieran sustituir a los polímeros tradicionales, fundamentalmente de un solo uso, que no tuvieran perjuicios en su vida útil", explica Domene.
Y añade: "Tras unos resultados exitosos intentamos comprobar que el producto tenía potencial de mercado. Participamos en una programa de emprendimiento de la UA, hicimos la validación de mercado y vimos que había posibilidades de convertir el proyecto en una empresa de base tecnológica".
"Estar en el PCA nos favorece mucho porque se trata de un entorno innovador junto a otras empresas en tu misma situación, incluso en el mismo sector porque existe un Hub de Tecnología en Economía Circular, con otros proyecto con los que podemos establecer muchas sinergias", asegura Domene.
Por el momento su producto todavía no se ha comercializado, pero ya trabajan en la etapa de industrialización: "Hemos comprobado que lo que sale del laboratorio es exitoso y queremos escalarlo, por lo que vamos a montar una pequeña planta industrial aquí mismo", finaliza Domene.
Quismil
En Quismil trabajan con siliconas, proveyendo a la industria de productos de valor a la vez que minizan el impacto ambiental gracias a la economía circular. "Recogemos residuos industriales de siliconas para reciclarlos, ya que hasta ahora se enviaban a vertederos o los quemaban. Las siliconas son productos que requieren mucho gasto energético para su creación, así que nosotros recuperamos los monómeros (las piezas) y los volvemos a polimerizar", indica Jorge Sánchez.
Se trata de productos sólidos que se utilizan mucho en la industria de moldes (moldes de zapatos, por ejemplo), en tetinas de chupetes o en tubos médicos como los goteros."Generamos productos con elevados porcentajes de materia prima reciclada y propiedades equivalentes a los vírgenes, a la vez que evitamos la deposición de residuos en vertedero", añade el fundador de la empresa.
El proyecto nació de la mano de dos ingenieros químicos de la Universidad de Alicante. Han dividido el proceso de la creación de la empresa en tres partes: la investigación y las pruebas de laboratorio; la construcción de una planta piloto que pueda hacer producción en continuo; y la creación de una nave industrial. "Estamos entre la primera fase y la segunda, a la espera de reunir toda la documentación para buscar la inversión en los próximos meses".
"Además de los beneficios medioambientales podemos poner a disposición del mercado un producto más barato que en los últimos tiempos se ha encarecido por los problemas de stock de la pandemia y la Guerra de Ucrania", concluye el investigador y emprendedor.
Calpech
Calpech se dedica a la producción de las nanopartículas de hierro cerovalente encapsuladas en carbono. Su impulsor, Yuri Budyk, explica que "se pueden usar en muchas aplicaciones para solucionar problemas medioambientales como es la eliminación de metales pesados, eliminación de fármacos y pesticidas. También se pueden usar como nanofertilizantes para fertilizar los cultivos diferentes; o para la mejora de la producción del biogás".
"La bondad de nuestra tecnología es que nosotros obtenemos estas nanopartículas de hierro, que es un producto de valor añadido, a partir de los residuos que proceden de la industria oleícola. Cuando se extrae el aceite de oliva hay una serie de residuos que usamos como nuestra materia prima, por lo que valorizamos los residuos de la industria oleícola y los convertimos en producto de valor añadido para soluciones ambientales", destaca Budyk.
"Ahora mismo vamos entrando en la etapa de pruebas industriales. Ya tenemos potenciales clientes interesados y vamos a hacer ya las primeras pruebas reales a escala industrial de aplicación de nuestro producto en el biogás", explica el emprendedor.
"Estar en el Parque Científico nos proporciona la ventaja de estar junto a la Universidad con todos sus servicios de instrumentación, para poder realizar cualquier análisis, cualquier medición, con una tarifa especial para las empresas que forman parte del Parque Científico. También tenemos espacios ahí para trabajar, para hacer coworking, para invitar a la gente, hacer presentaciones", valora Budyk.
También permite "dar visibilidad a la empresa, y es algo muy positivo, no venir de parte de start-up, sino ser una spin-off, una empresa que se basa en una tecnología que ha sido descubierta y desarrollada y patentada en la propia universidad. Además de servicios de comercialización, con empresas especializadas de publicidad o marketing.
Fych
Fych ofrece una amplia gama de tecnologías de reciclaje innovadoras para reciclar residuos plásticos. Trabaja con varias industrias, incluyendo fabricantes de polímeros, fabricantes de productos plásticos y recicladores de plástico, para ayudarles a operar de manera eficiente y a incrementar sus ingresos con soluciones de reciclaje personalizadas.
Según Andrea Cabanes, su objetivo es "desarrollar procesos para resolver retos, el fundamental, los plásticos en los vertederos. Investigamos sobre varios procesos de los que sacamos patentes, que licenciamos o vendemos a través de licencias de esas patentes, a las empresas de diferentes sectores".
Han dividido este proceso en varias fases: la primera la de investigación en laboratorio, la segunda con pruebas en una planta piloto y la tercera, si cumplen con todos los requisitos, pasan a la industrialización. "Por eso tenemos ya productos y clientes en las tres fases", afirma Cabanes.
Los tres socios, junto con Andrea, Oksana Horodytska y el profesor Andrés Fullana, con el que hicieron sus respectivas tesis doctorales en el departamento de Ingeniería Química de la UA, decidieron crear una tecnología que pudiese dar una solución real y eficiente a este tipo de desperdicios.
"Estar en el parque científico nos permite tener sinergias con otras empresas en nuestra misma situación. Pero también es muy importante la formación que recibimos del propio parque en conocimientos técnicos que no son la ingeniería, como el área comercial y de marketing. Asimismo, sobre todas las ayudas públicas a las que podemos acceder", resume la ingeniera.