Cuando hablamos de aceite de oliva, asociamos su producción sobre todo a Andalucía. No es para menos, junto con el epicentro que representa Jaén, concentra el 80% del total nacional, o Castilla-La Mancha o incluso Extremadura (8% y 4%, respectivamente).
Pero sacamos de la ecuación a la Comunidad Valenciana o Alicante, sin ser conscientes de que en esta provincia "es el cultivo más extendido desde hace tiempo". Son palabras de José Vicente Andreu en alusión a una tierra en la que el olivo ha superado ya las 33.000 hectáreas de cultivo repartidas a lo largo y ancho de la tierra alicantina: "Cada pueblo y comarca tiene olivos, sin excepción", sentencia.
Con el presidente de Asaja Alicante tratamos de darle una vuelta a las explicaciones sobre la escalada alcista que está experimentando el oro líquido (un 86,4% más caro que en el mismo periodo de 2022) y, si bien nos topamos con argumentos ya repetidos: la sequía y el bajo surtido nacional, entre los principales, descubrimos otros menos oídos.
"Están especulando", avanza. "Al no estar en manos de agricultores o cooperativas, sino en grandes operadores", se dispara el precio "porque se dispara el efecto especulativo", asegura este representante. "Son las que tienen grandes estocajes y si queremos que el precio baje, la solución pasa por que dejen de especular porque se están aprovechando de una situación de crisis y hay que ser solidarios", advierte. "En momento de dificultades no hay que enriquecerse de las desgracias", sentencia.
Porque este agricultor sabe que al final, "como el olivo es sano y está en parte de muestro ADN, hay que seguir consumiéndolo", por lo que confía en que el cielo acabe poniendo remiendos a la tierra. "Confío en que la campaña de ahora de otoño sea lluviosa y la capacidad productiva de Andalucía se recupere, solo así dejarán de especular y bajarán los precios", asume.
Alteraciones climáticas
Pero, más allá de la especulación que denuncia repetidamente, Andreu se detiene en revelar cómo "las alteraciones climáticas" tienen desconcertados a los agricultores y agricultoras.
"Con un cultivo como es el del olivo, que es de secano, aunque tiene una parte de regadío, le afecta especialmente estas alteraciones climáticas que hacen que llueva cuando no toca; cuando toca llover, no llueve y cuando tiene que hacer frío, hace calor y viceversa".
Una espiral que está dejando tocada la producción de olivos alicantinos. "Nuestro potencial esta sobre las 15.000 toneladas anuales", explica el también empresario, y con suerte, cerrarán este 2023 con un poco más de la mitad, 8.000 toneladas, por la sequía en dos meses clave, marzo y abril, especialmente secos "y sin llover en diez meses".
Atrás queda la temporada de 2022, cuya producción se limitó a 5.000 toneladas (la peor de la década con pérdidas económicas de más del 50% solo en Alicante) porque en marzo y abril llovió de más, provocando hongos en las hojas del olivo "y sin hojas, el olivo no produce y la cosecha muere".