Los arruís, muflones, ciervos y cabras están siendo un quebradero de cabeza para los agricultores y ganaderos de la provincia. Los animales salvajes campan a sus anchas por el Monte de Alicante y arrasan con los cultivos, causando unas pérdidas directas para el sector de 10 millones de euros anuales.
La Unió Llauradora ha realizado un estudio sobre los efectos que causa anualmente la fauna salvaje y cifra los daños en decenas de millones. Todos estos animales son herbívoros por lo que se alimentan de una amplia variedad de plantas, incluyendo las cultivadas por los productores de la zona.
"Los ciervos, por ejemplo, tienen una preferencia por brotes tiernos y hojas, lo que les convierte en una amenaza para las plantaciones jóvenes y los árboles frutales. Los muflones, con sus hábitos de pastoreo, pueden devastar campos enteros de cereales y hortalizas, mientras que los arruís, con su capacidad de adaptarse a terrenos escarpados, no sólo consumen cultivos, sino que también pueden desarraigar plantas en la búsqueda de alimento", lamentan en un comunicado. En las comarcas del Monte de Alicante se calcula que puede haber unos 2.500 ejemplares de arruí.
Según la organización, los mayores daños de estas especies se concentran en las comarcas alicantinas de la Marina Alta, la Marina Baja, El Condado, L'Alcoià, L'Alacantí y el Alto y Medio Vinalopó, "donde se producen cada vez más pérdidas en cultivos como el olivar (47%), almendros (39%), otros frutales (13%) y cereal (1%)".
Denuncian que, a la sequía que mata las plantaciones, se sume el descontrol de la fauna salvaje, a la que consideran "una amenaza creciente", ya que en tiempos pasados eran considerados parte del atractivo natural de la zona, pero "ahora convertido en una preocupación significativa para los agricultores".
Aparte de esta evidente pérdida directa de la cosecha también existen consecuencias indirectas, como el aumento de los costes para los agricultores que deben invertir en medidas de protección, así como en la replantación de cultivos dañados.
Los accidentes de tráfico de grupos de animales que cruzan caminos y carreteras son frecuentes en determinados puntos del territorio, una situación que también preocupa, al igual que el riesgo de transmisión de enfermedades a otras especies animales.
Además, los daños recurrentes pueden desincentivar a los agricultores, reduciendo la productividad y la viabilidad económica de las explotaciones agrícolas. Atribuyen la situación a de estos daños a los fines cinegéticos con los que fueron introducidos. Y añaden que el impacto económico y ambiental "alarmante".
De 1.300 kg a 300 kg
Casos como el de Miguel Ángel García, labrador afectado y productor de aceite de Benifallim, son cada vez más frecuentes. García ha visto cómo en los últimos años ha perdido bastante cosecha de aceitunas en la parcela que tiene más cercana a la sierra por los destrozos de los animales ungulados, mientras en 2022 tuvo unos 1.300 kilos, en 2023 recogió solo 300.
"Con un enfoque integrado y sostenible, es posible proteger los intereses de los agricultores al tiempo que se conserva la riqueza natural que define a esta bella región. Es crucial por tanto implementar desde la Conselleria de Medio Ambiente estrategias de gestión sostenible que equilibran la conservación de la fauna cinegética con la protección de la agricultura", señala el agricultor.