¿Puede un pueblo como Pedreguer, en el norte de la provincia de Alicante, cambiar la forma en que se cargan las cosas en Estados Unidos? Ese es el ambicioso objetivo en el que se embarca el fabricante Rolser. Y en ello está gracias a ver la valoración en su reciente entrada en la tienda del MoMA de Nueva York con la visión de que ya no se trata de carros de compra, sino de bolsas con ruedas.
Si las maletas y mochilas con ruedines dieron una vuelta al sector, ¿por qué no aprovechar esa tendencia para transportar objetos más cómodamente? Esa es la mirada que les aportan desde el museo contemporáneo más famoso de Estados Unidos. Y las hermanas Server están encantadas con ello.
Mireia Server, la directiva de esta firma, recuerda cómo surgió la propuesta el pasado año por cuenta de su distribuidora americana, encargada de encontrar nuevos puntos de venta. "Todos nos hablaban del MoMA y de sus tiendas y nosotros teníamos el concepto del museo y ya con productos como los que te puedes encontrar en otros: llaveros y pósteres. No nos encajaba que un carro estuviera en una tienda de un centro dedicado al arte", explica.
Un viaje a Nueva York cambió esa perspectiva y las animó a buscar la forma para entrar en ese catálogo. Con el contacto hecho, las cosas empezaron a salir rodadas. "Nos dijeron que una de las demandas que les reclamaban sus miembros era un producto para transportar los objetos hasta su apartamento", señala Mireia.
Desde hace 15 años están presentes en el mercado americano, con ferias como la de Chicago, "y aún hoy se nos acercan a preguntarnos esto qué es. No lo conocen. El concepto carro de compra que tenemos allí no lo tienen como nosotros, un chasis con una bolsa de tela".
La apuesta por el diseño en ruedas y bolsas que tienen encajaba con el fondo que allí ofrece la tienda tanto por su funcionalidad como por el color, explica orgullosa la directiva. Así que ahí se pusieron a trabajar para hacer un diseño específico que se vendiera en el MoMA.
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Isabel Server, diseñadora de la empresa, concede que fueron conscientes más tarde de lo que suponía un encargo como este. "Como estamos muy acostumbrados a vender en muchos sitios, al principio no le das tanta importancia porque quieres estar ahí. Pero luego cuando ves la respuesta de la gente te das cuenta de lo importante que es llegar allí".
Desde la tienda les marcaron tres directrices a cumplir: bolsa reciclable, seis ruedas "para que pudiera subir las escaleras" y plegable "porque tienen poco sitio". "La parte de chasis la teníamos clara porque ya había uno que lo cumplía. Y de la bolsa, les mostramos varios de la línea eco y escogieron el azul. Nos lo pusieron fácil porque lo tenían claro", valora Isabel.
Mireia avanza que ya están trabajando en la siguiente versión que les ofrecerán. "No podemos quedarnos en el mismo producto mucho tiempo, hay que evolucionarlo", cuenta. Y así ya piensan en usar una gama de colores personalizada para ellos.
Al repasar su historia, una de las partes que agradecen es precisamente que ese desconocimiento de lo que aquí estamos acostumbrados a definir como carro de la compra les abre nuevas vías. "Eso nos ayuda porque al explicar lo que hace decimos que sirve para cargar lo que sea. Así que enseñamos que sirve para todo: ir al gimnasio, a la playa, cargar libros o el ordenador", concluye su publicista.