Alicante

La crisis inflacionaria que está atravesando Reino Unido, con incrementos de dos cifras desde hace meses (en noviembre fue del 10,7 %), ha golpeado con fuerza a las familias británicas de clase media, el principal cliente internacional del que se nutre la Costa Blanca y, por extensión, toda la Comunidad Valenciana. 

Esto ha provocado que la considerada como temporada alta de reservas en este país, diciembre y enero, deje de tener sentido porque los clientes ingleses están adoptando hábitos de consumo similares a los de los españoles: contrataciones de última hora que buscan ofertas competitivas que los empresarios lanzan para mantener los volúmenes de ocupación.  

Hasta ahora se sabía que el visitante británico reservaba sus vacaciones con seis meses de antelación. Una de las razones de ser de Fitur, la feria internacional que se celebra en Madrid a finales de enero, era precisamente pulsar el estado de este mercado, el primero para España y la Comunidad Valenciana, con Benidorm como epicentro del sol y playa peninsular.  

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En 2022 el turismo Reino Unido "no ha tenido un mal año (al menos si se compara con las cifras récord de 2019)", pero a partir de septiembre ha empezado a deshincharse y eso se ha notado en la ocupación en temporada baja. Benidorm cerró la primera quincena de diciembre, en la que se incluye el macropuente de la Constitución (un periodo de turismo nacional), con un descenso de seis puntos respecto a las cifras de 2019, precisamente por la falta de pulso de los británicos. 

Un síntoma: Jet2, una de las principales compañías de Reino Unido que opera en el aeropuerto de Alicante, ha reducido tanto en verano como en invierno un 10 % su número de asientos en El Altet. Y, aunque se ha vinculado a una necesidad de "optimizar recursos" para ajustarlos a la demanda, lo cierto es que supone una (ligera) merma de las conexiones que son la base sobre la que se construye cualquier campaña turística. 

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En esta coyuntura preocupa que España esté perdiendo competitividad frente a otros destinos como Turquía, donde los hoteles de 'todo incluido' ofrecen precios extremadamente bajos. El Brexit también ha provocado un encarecimiento de los viajes, así como largas colas en los aeropuertos españoles, lo que ha contribuido a ofrecer una imagen de destino hostil. 

Además, las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL consideraron "anecdótico" el hecho de que algunos clientes internacionales pudieran refugiarse en los hoteles españoles para huir de la factura energética, por lo que no es un factor que equilibre la balanza.   

En el caso concreto de la Comunidad Valenciana, tampoco ayuda, señalan las mismas fuentes, las noticias en prensa británica alertando a sus compatriotas de que a partir de 2023 habrá que pagar una tasa turística, tal como ha aprobado el tripartito de izquierdas (PSOE, Compromís y Unidas Podemos) con el rechazo de todo el sector. Aunque en principio de los destinos principales solo se aplicará en Valencia, algunos rotativos ya han empezado a señalar que "hay miedo" a que Benidorm la aplique por cuestiones fiscales, a pesar de que la recaudación será autonómica, no municipal. 

Vivienda turística 

El mercado de la vivienda vacacional está prácticamente igual que los hoteles. El presidente de la patronal Aptur, Miguel Ángel Sotillos, explica que las reservas "van flojas" este invierno y que el porcentaje de británicos "sobre el total de clientes y sobre el total de extranjeros ha disminuido". 

Sotillos hace referencia a que la reducción de asientos y el incremento de precios ha jugado también un papel importante en la actual situación, con Benidorm como principal afectado por el perfil de cliente. En el caso de Alicante "y sobre todo Valencia", la evolución no es tan negativa pero porque "tienen públicos distintos y estancias mas cortas, con otras motivaciones para el viaje".

El presidente de Aptur incidió en que cuestiones "que se han vendido como una nueva revolución par el turismo, como los nómadas digitales o las estancias largas para ahorra en los países de origen", apenas suponen "un porcentaje testimonial del volumen con el que trabajan. "Al final se trata de una cuestión de precio y rentabilidad, como toda la vida. Y de adaptarse a las necesidades que tenga el mercado en cada momento, en este caso muy condicionado por la crisis económica y de confianza", concluyó.