Los dos puestos de vigilancia que se presentan este viernes en la playa alicantina de San Juan pretenden convertirse este verano en "un nuevo icono" de las playas de Alicante, a las que su creador, Antonyo Marest, quiere dar una "nueva identidad", convertirlas en "reclamo turístico" y, por qué no, "poder extrapolar" el modelo por la costa de la Comunitat.
Así lo asegura a EFE el artista alicantino Antonyo Marest, que explica que estos puestos no se quieren parecer a las casetas de vigilancia de las playas de California o a las de 'Los vigilantes de la playa', ya que las de la costa oeste americana son "más grises", sino a las de Miami y su 'art déco', más similar al estilo "alegre y de celebración" del sureste español.
Estos puestos, que excepto por la madera están construidas al cien por cien con elementos valencianos -además, mayoritariamente alicantinos- y sostenibles, buscan "reencontrarse" con el estilo mediterráneo, "que es a su vez el del 'art déco' de Miami", subraya Marest.
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El artista de Villena (Alicante) sostiene que la casa judía de Valencia o el teatro Rialto "pasarían desapercibidos en Miami", porque el Mediterráneo y el estilo de Florida "tienen mucho en común" e insiste en que William Lane, el precursor de las casetas de socorrismo de Miami, ha sido su inspiración en el proyecto desde que se quedó "totalmente sorprendido" en un viaje a EE.UU. en 2015.
Asimismo, explica que le gustaría que estos dos puestos de vigilancia tuvieran más recorrido ya no sólo por la playa de San Juan, sino también por la del Postiguet, en pleno centro alicantino, al tiempo que subraya que tiene preparados hasta 26 modelos.
Se autopropuso
De hecho, cuenta Marest que fue él quien pidió una reunión con el Patronato de Turismo alicantino y enseñó un prototipo de lo que tenía en su cabeza para que la gente "recordara" lo que era la Playa de San Juan, a lo que le respondieron afirmativamente y, tras varios bocetos, se ha podido llevar adelante de la mano del equipo alcoyano Vadebo Arquitectura.
Señala que esos modelos son "iguales en todo, menos en el sombrero", es decir, el techo, ya que cada uno de ellos cuenta con un techo distinto que es lo que termina por distinguir cada puesto de vigilancia, que, pese a su diseño, "busca ser cómodo y funcional para quien trabaja en él".
Así, estos pequeños puestos para los socorristas constan de una base, una caseta y una escalera de acceso. La superficie que ocupa cada uno es de 25 metros cuadrados, de manera que los vigilantes disponen de más espacio y de más sombra al estar a cubierto, expone Marest.
Preguntado por la calidez de las casetas, el artista, que ha trabajado en los últimos años en proyectos por Estados Unidos pero también por toda Europa, subraya que su paleta cromática tiene ocho colores, entre ellos el rosa, el azul turquesa o el amarillo, que juegan con sus estados de ánimo, que a la vez llaman la atención y que son "un juego visual para reconocer el trabajo que se hace".
Asimismo, cree que se va a convertir en un 'boom' y un reclamo "publicitario e internacional", mientras bromea que algunos 'influencers' le han llegado a escribir por Instagram para criticarle por no haberlo presentado ya: "Me han llegado a decir que se habían despertado a las 5 horas de la mañana para venirse de Cuenca y que por qué no estaba ya, que querían ser los primeros en hacerse una foto".
Por su parte, el gestor del proyecto, Fran Picazo, destaca que esta caseta, con los colores tan vivos con que cuenta, "es un canto a la vida, a la alegría, al carácter mediterráneo de disfrutar de una buena conversación o de una buena puesta de sol, y eso no se ve en otro sitio".
Así, resalta el poder de atracción de esta "obra artística que tiene una clara funcionalidad social", según Picazo: "Tiene que ser una seña de identidad porque esto es por y para la gente", incide.
Picazo concluye que el objetivo es "que la gente lo encuentre como una seña de identidad, porque esta obra deja anticuadas las anteriores, porque además es un elemento con una función social: ayudar a ser una salvaguarda de la vida".