Un lobo ibérico en imagen de archivo.

Un lobo ibérico en imagen de archivo.

Elche

La leyenda del lobo que aterrorizó y guio a la muerte a los primeros habitantes de Elche en la época ibera

Dos hallazgos arqueológicos milenarios muestran la importancia de la bestia en la cultura y la vida de los ilicitanos antes de la conquista romana.

14 febrero, 2024 06:07
Alicante

Los romanos bautizaron a España como Hispania (tierra abundante de conejos) tomando como base el nombre que escucharon a los cartagineses que derrotaron, Ispania. Pero en Iberia, denominación griega, también abundaban los lobos, animal que fascinaba a los iberos del sur de la Península. En Elche quedan huellas que muestran los secretos tras esta relación entre el hombre y la bestia.

El yacimiento de La Alcudia permite comprender mejor el mito en torno a una fiera que los habitantes de la antigua ciudad prerromana de la Ilici situada en la actual Elche consideraban que se encontraba entre el mundo de los vivos y el de los muertos. La astucia, fuerza, inteligencia, rapidez y la habilidad cazadora del lobo lo convirtieron en la gran amenaza de los campos y bosques ibéricos. La demostración de coraje y valor en los jóvenes guerreros consistía en adentrarse en el bosque para plantarle cara a la criatura y regresar con el lobo abatido por su lanza.

Para los primeros ilicitanos este ser se encontraba también en el infierno y en contacto con los difuntos. Como guardián de la noche, el lobo podía cruzar al inframundo y volver sin dificultad, por lo que sarcófagos y tumbas eran cubiertas con sus pieles como ayuda en el tránsito al frío camino hacia el más allá.

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Del famoso mito del Cerberus griego, un perro de tres cabezas con cola de serpiente que protege la entrada al inframundo, los vecinos de la provincia Bética adoptaron un ser de tres cabezas de lobo para la misma tarea. En Elche se encontraron dos piezas de gran valor ocultas bajo el suelo que arrojan luz sobre los rituales y la cultura de protección frente a la amenaza real y sobrenatural del animal y de cómo utilizaban su figura para adquirir sus atributos y hacer frente a los enemigos.

'Torso del guerrero'.

'Torso del guerrero'.

Una de los tesoros más importantes del yacimiento es el llamado 'Torso del guerrero' de 2.400 años de antigüedad. Se trata de un fragmento de una escultura mayor que representa a un guerrero ibero con una pechera con la cabeza de una criatura mitológica con forma de lobo, pero con dientes de humano. 

La investigadora de la Universidad de Alicante (UA) Mercedes Tendero explica que "antiguamente el medallón estaba hecho de bronce y con él deslumbraban a sus enemigos cuando reflejaba el sol". La propia fundación de La Alcudia de la UA señala en su página web que se trata de un hallazgo "de gran calidad en su factura y cincelado". Imita una camisa de lino con el cuello de pico con cintas de cuero y remaches metálicos que se unen en la cintura con "un cinturón de placa".

El animal era odiado y temido, pero también envidiado por sus características que desearía cualquier guerrero. El lobo siempre es mostrado de forma agresiva y amenazante en los amuletos que portaban para el combate o en los elementos que colocaban en casa.

'Vaso del héroe'.

'Vaso del héroe'.

El segundo tesoro desenterrado del olvido es una vasija de cerámica decorada al estilo ilicitano que recibe el nombre de 'Vaso del héroe' en el que se puede ver en la imagen izquierda a un joven clavando una lanza en la lengua de un lobo negro, que refleja que lo ha podido domar sin miedo, según la UA.

El reverso lo ocupa una gran ave rapaz con las alas abiertas y un pico largo y aguzado. La lectura iconográfica del vaso vuelve a poner el foco en la acción heroica del guerrero que somete las fuerzas terrestres, aéreas y vegetales de la naturaleza. 

La fiera penetró profundamente en la cultura antigua antes de que los romanos conquistarán España. Tanta fue su importancia que más de 2.000 años después aún le persigue un halo de misterio y leyenda. El lobo ibérico es uno de los animales más temidos y tiene una imagen de criatura sanguinaria y diabólica, sobre todo en las poblaciones rurales, donde aún se les eriza la piel cuando cae la noche y escuchan sus aullidos.