Desde que la Dama de Elche fue encontrada casualmente en un escondrijo del yacimiento de La Alcudia el 4 de agosto de 1897, la joya del arte íbero ha sido contemplada por millones de personas. Y aunque ha sido protagonista de mil historias, hay un episodio casi olvidado en la que la bella, o lo que se le parecía, se vio las caras con Heinrich Himmler, una de las mayores bestias nazis.
El Reichsführer de las Schutzstaffel, número dos en relevancia del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán durante el régimen nazi tan solo por detrás de Adolf Hitler, y la pieza ilicitana se cruzaron en sus caminos hace más de 80 años, en el 1940, durante el viaje del líder de las SS a España.
Himmler es uno de los personajes más extraños y perversos que dejó el partido de la cruz gamada. De naturaleza enfermiza, pasó de ser un agrónomo a convertirse en un ser lleno de odio y uno de los responsables del holocausto judío. Además de mostrar una fuerte atracción por el misticismo, tanto que afirmaba estar en comunicación psíquica con el emperador medieval Enrique I, del que se creía reencarnado.
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La historia del llamado 'mago negro', un eficiente burócrata de aspecto afable que fue ascendiendo posiciones hasta ser uno de los hombres más importantes del Tercer Reich, y la de lo que él creía que era la Dama de Elche se entrelazaron en plena Segunda Guerra Mundial.
La visita del mando nazi a España fue todo un acontecimiento. El propósito de su llegada era pedir que el país entrara en el conflicto del bando del Eje debido a las buenas relaciones entre ambos. Así como para romper el hielo antes de la futura reunión en Hendaya entre Hitler y el autodenominado "caudillo".
Su visita, además de servir como una campaña de promoción del régimen, estuvo llena de curiosos eventos. Antes del 'flechazo' del alemán con la escultura, España se engalanó con esvásticas y saludos fascistas allá por donde pasaba con su abrigo de cuero negro con solapa vuelta.
Entró en la capital por la Estación del Norte, y hasta se realizaría una corrida de toros en la plaza de las Ventas fuera de temporada para mostrarle al jefe de las Orden Negra la cultura española en su representación más violenta. Un mareo torció la experiencia del líder de las SS, quien sentía gran afecto por los animales. Al contrario de lo que demostraría por el ser humano.
Esto ocurrió un 20 de octubre. Dos días después, y tras hacer varias visitas por la Madrid y Toledo el día anterior, se dirigió vestido de paisano hasta el Museo del Prado. Y aunque se quedó mirando atentamente obras como El descendimiento, de Van der Weyden, Las Lanzas o La Rendición de Breda, de Velázquez, y La familia de Carlos IV, de Goya. No eran los lienzos lo que más le llamaba la atención.
El engaño de la Dama de Elche
Lo que realmente estaba esperando Himmler era la visita al Museo Arqueológico Nacional, hogar de la supuesta Dama de Elche. Era un loco de la arqueología y ostentaba el cargo de director de la Ahnenerbe, la asociación encargada de investigar el origen ario y divulgar la cultura pura alemana. Misiones y expediciones de lo más inverosímiles ocupaban el tiempo de sus 'científicos'. Crear una raza de caballos del Tíbet o descubrir el continente perdido de la Atlántida fueron algunas de ellas.
Su interés en las civilizaciones íberas, a las que consideraba pertenecientes a la raza aria, le llevó a quedar totalmente conquistado por la belleza de la figura que le mostraron de la Dama de Elche y de su pureza racial. Su encantamiento con la pieza fue tal que le entregaron como recuerdo una representación de bronce en miniatura. Y ordenó que investigadores de la Ahnenerbe consiguieran reproducciones de obras del museo.
Lo que el Reichsführer no sabía es que no se trataba de la célebre obra original, sino de era una mera copia. "El jefe de las SS nunca vio a la Dama de Elche, ya que aún se encontraba en Francia y regresaría en febrero de 1941, lo que vio fue una reproducción en escayola muy bien realizada por el escultor Ignacio Pinazo Martínez, que la modeló en el Louvre en 1908, y que se encargó de comercializar entre las entidades culturales y personajes relevantes de la época", afirma Francisco Vives, director de la Cátedra Dama de Elche de la UMH. sobre un encuentro del que no existe mucha más información.
Más tarde, Himmler desaparecería durante cinco horas para viajar en secreto al yacimiento visigótico de Castiltierra, en Segovia. Y al día siguiente saldría en dirección a la abadía de Monserrat (Barcelona), lo que consideró la guarida de Parsifal, creyendo que allí se custodiaba el Santo Grial. Muchos ven en esta visita el verdadero motivo de su viaje a España. Sea como fuere, como en el Tíbet, en los Andes bolivianos o en Oriente Medio, su misión en busca de objetos de poder y huellas de los antepasados nórdicos para justificar su violencia fracasó una vez más.