La ciudad de Elda ha iniciado con ilusión el debate y la reflexión sobre su futuro más próximo a través de la redacción de su Plan Estratégico que está basado en los acuerdos mundiales sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las pautas de la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo.
El gobierno local, al inicio del mandato, ya situó en la agenda política la elaboración de este Plan Estratégico, y si bien tuvo que paralizarlo por la aparición de la pandemia, parece que ahora es un momento óptimo para reiniciar este debate, más si cabe cuando en estos últimos meses hemos sido plenamente capaces como sociedad de identificar nuestras robustas fortalezas y también nuestras corregibles debilidades.
Durante estos días he recordado que cuando se habla del Plan Estratégico de una ciudad, a menudo se cae en la tentación de imaginar un catálogo de infraestructuras y equipamientos que se deben ejecutar para que esa ciudad progrese y automáticamente queden introducidos en la tabla de reivindicaciones al sector público.
Soy de los que cree que en la actualidad estamos en otro estadio diferente al que he descrito anteriormente. A estas alturas de este siglo XXI tan apresurado y «tan líquido» como diría Bauman, la competición por la infraestructura ya no es suficiente. Hoy, consecuencia de muchas cosas que nos están pasando, de la interconexión y de la velocidad, las nuevas ciudades compiten a través de la definición de sus valores.
Los valores son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas, permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa. Esos valores son los que alimentan tanto el talento como la ética, y cimientan los sustanciales motivos a la hora de tomar una de las decisiones más importantes en la vida de una mujer o de un hombre que es decidir en qué ciudad van a desarrollar su proyecto vital.
¿Ciudad creativa, ciudad igualitaria, ciudad sostenible, ciudad inclusiva, ciudad que cuide de sus niños, ciudad que honre y cuide a sus mayores, ciudad de oportunidades en el aprendizaje, la formación y el empleo? Todas estas preguntas nos las vamos hacer las y los eldenses en los próximos meses dirigidos por cinco prestigiosos especialistas que están encantados, como ellas y ellos dicen, de poder devolver a Elda lo que la ciudad, en algún momento de sus vidas, les ha dado. La verdad es que la sociedad eldense está ilusionada de iniciar este camino de reflexión.
Sobre nuestro zapato, mundialmente conocido, queremos alcanzar un horizonte que de momento no es de nadie pero que queremos que sea de las ciudadanas y ciudadanos de la Elda 2030, la Elda de los valores. Os animo a participar de ello.