Los datos sobre la evolución de la pandemia en la Comunidad Valenciana son incontestables. Tanto en lo bueno, como en lo malo. Y es aventurado augurar cómo terminará esto. Ni mucho menos hemos alcanzado la inmunidad de grupo y las nuevas cepas acechan, y acecharán más conforme se acerque el otoño.
Durante esta semana el Gobierno autonómico del socialista Ximo Puig y la nacionalista Mónica Oltra -con el podemita Rubén Martínez Dalmau como convidado de piedra- se ha dedicado a filtrar sus buenos datos. Una incidencia acumulada de treinta y tantos casos por 100.000 habitantes dependiendo del día. El "milagro valenciano", aseguran sus voceros.
Enfrente están los datos económicos del cerrojazo de la actividad decretado por el Palau de la Generalitat desde octubre. Ocho meses, ni más ni menos, que han provocado que si en abril liderábamos la destrucción de empleo en España con 40.000 ocupados menos, en mayo somos de los que no se recuperan. Peor, sumamos 309 personas en el paro más.
Y el viernes se conocían los datos sobre los ERTE que han afectado a un total de 550.000 trabajadores. Lo de "temporal" ya sabemos qué recorrido tiene. ¿Cuántos casos conocen en que ese temporal se ha convertido en definitivo? Yo unos cuantos.
En cuanto a los infectados, no todos los datos son buenos. Ayer mismo informaba mi compañero Sergio Sampedro de que lideramos también el número de sanitarios infectados desde el inicio de la pandemia. Desde mayo de 2020 un total de 12.437 casos, lo que supone un 15,4% del total nacional (80.568). La segunda comunidad más afectada es Cataluña, que ha detectado 11.301, 1.100 menos.
¿Son los sanitarios de la Comunidad más inconscientes a la hora de protegerse que en otros sitios o es que la Generalitat no les ha protegido suficientemente? Esta misma semana hemos sabido que el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunidad Valenciana ha dado la razón al sindicato médico de la Comunidad Valenciana en su reclamación por la falta de medidas de protección durante la primera ola (entre marzo y mayo de 2020).
Así que si salimos pronto de la pandemia, ¿cómo vamos a salir? Sigo sin hacer predicciones. Me limito a exponer datos. En ese caso Puig tendría dos años para intentar recuperar el tremendo descrédito que está cosechando entre quienes no pueden ya trabajar ni abrir su negocio. O no. Intentar convocar cuanto antes unas elecciones autonómicas para "atar" el voto fiel incluso entre las consecuencias de los estragos de su gestión.
Acaban de ser las elecciones de Madrid. Luego vendrán las de Andalucía, si no se repiten antes las catalanas. Y cuando veas las barbas de tu vecino cortar... El PP de la Comunidad Valenciana parece prepararse desde ahora mismo para ese momento, con un congreso de unidad en torno a una figura emergente: Carlos Mazón.
¿Cuánto no habría dado Puig porque los populares siguieran enfrentándose unos contra los otros? Ese habría sido un buen momento para convocar las elecciones y dejar a su socia, como hizo en 2019, en la estacada demoscópica. Pero no ha sido así. ¿Habrá elecciones pronto o se agotará la legislatura en la Comunidad Valenciana? Sólo Puig sabe la respuesta, si la sabe.