Cultura lo es todo, pero la gestión cultural es otro asunto más complicado, dificultoso y enrevesado. Teniendo en cuenta que estamos a mitad de camino de la legislatura quiero reflexionar sobre lo vivido y lo que creo que debería venir.
Hay dos fuerzas que viven de manera diferente lo mismo: la elitista y la popular. Fui consciente de ello nada más llegar porque la recepción no fue amigable por parte de una de esas fuerzas.
Me llamó la atención e investigué. Me di cuenta de que, siendo las dos importantes ya que son parte del entorno cultural, hay una de ellas que se quiere imponer y no duda en sacar a relucir su supuesto conocimiento del medio, pero no del entorno.
Llegué a escuchar a algún personaje con cargo público decir que había llevado a la máxima categoría a la cultura alicantina. Eso sí, sin llegar al gran público, como se demostró. La cultura es transversal, aunque existan quienes se empeñen en utilizarla para sus fines, hacer política con ella y no política cultural.
¿Cuál es la política cultural en la que yo creo? Lo primero que debemos tener en cuenta es que cualquier gesto o acto cultural tiene unos costes. El presupuesto de Alicante no tiene comparación con el de Málaga, que es la referencia que debemos tener por similitud geográfica.
Málaga tiene un presupuesto en cultura de unos 36 millones de euros, de un total de casi 900 millones. Esta cantidad es acorde a lo que supone la industria cultural en el PIB, en torno al 4% en España.
Málaga apostó por la cultura y ha intentado año tras año sumar espacios de calidad y renombre: Thyssen, Centro Pompidou, Museo Picasso, etc. ¿Qué han conseguido atrayendo estas pinacotecas? Atraer al gran público. No solo al de sol y playa sino al que pide algo más, en este caso cultura de calidad.
¿Qué conseguimos con ello? Primero, que destaque la ciudad por dos de sus atractivos, sol y playa y ambiente cultural. Y segundo, fijar la ciudad en los circuitos culturales. ¿Cuáles son las consecuencias? La ciudad aumenta de forma considerable sus visitantes y crece económicamente.
Las preguntas que debemos hacernos en Alicante son: ¿qué tipo de ciudad cultural debemos ser? ¿queremos ser un referente en producción y creación o queremos ser un referente como ciudad exhibidora de arte? No podemos estar en indefinición. No nos debemos engañar ni entrar en debates estériles.
A la pregunta de qué tipo de ciudad cultural debemos ser, tengo claro que debemos ser una ciudad exhibidora. ¿Por qué después de dos años al frente de la Concejalía llegó a esa conclusión? Bien, Alicante no es una ciudad rica, no tiene industria y sus recursos económicos son limitados tanto en lo público como lo privado. Filántropos hay, pero su apuesta nada tiene que ver con la producción y creación.
Desde mi humilde punto de vista, la función de producción y creación es un trabajo introspectivo del artista donde nadie puede entrar, y el propio artista debe correr sus riesgos. El Alicante de los años 30, el de la edad de plata de esta ciudad, ya pasó. Nos queda su recuerdo. Lo que sí podemos fomentar, y lo estamos haciendo, son las residencias creativas y los espacios públicos donde puedan trabajar.
Alicante tiene mucho que decir. La propia ciudad pide a gritos que tomemos una decisión al respecto y elijamos si vamos a pares o a nones. Alicante es una ciudad que tiene una base importante para la exhibición de calidad, podemos ser la capital mediterránea del arte contemporáneo.
Para ello ya tenemos: MACA, La Lonja, Las Cigarreras (la proyectada y la que ha cumplido ya diez años), Espacio Séneca y los que están por venir. Desde obras de teatro en el Principal a exposiciones de renombre, somos una ciudad donde cualquiera de las artes que se expongan sobresaldrá.
Alicante tiene esa vocación de apertura, de mirar hacia afuera porque de allí viene nuestra fuerza. Por el carácter de sus habitantes siempre con ganas de aportar y por su ubicación geográfica, ciudad costera con un tiempo espectacular durante trescientos días al año.
Creo en Alicante. Nuestra ciudad tiene madera, como se suele decir cuando ves que hay potencial. Solo necesita que se crea en ella. Si lo desarrollamos, creyendo en nosotros y en nuestras posibilidades y mirando más allá del municipio, Alicante crecerá de forma rápida y vertiginosa.
Yo abogo por ese Alicante, abierto al mundo.