Las perspectivas para Compromís en la provincia y la ciudad de Alicante son cada día más inciertas. Al desgaste producido por el 'caso Oltra' que se investiga en los juzgados sobre el supuesto encubrimiento de la líder nacionalista de los delitos sexuales de su exmarido con una menor tutelada, se suma la inacción del resto de los cargos políticos de la formación.
En la capital, la propuesta política de sus concejales, Natxo Bellido y Rafa Mas pasa día a día inadvertida. La nada más absoluta, casi a la altura de la otra nada que es el PSOE de Francisco Sanguino y su supuesta sustituta, Trini Amorós. Por no hablar de las constantes especulaciones sobre las malas relaciones personales que mantienen ambos concejales.
En la provincia, el intento fallido de Gerard Fullana de buscar casos de corrupción en el nuevo PP de Carlos Mazón o de vincularle con épocas pasadas, contrasta con la realidad de la gestión en la Diputación. En los dos últimos años consecutivos el nacionalista ha otorgado su confianza al popular absteniéndose en los presupuestos. Esquizofrenia total.
Del conseller de Educación, Vicent Marzà, ni nos acordamos de su cara en la provincia porque no aparece por aquí ni por equivocación. Los padres y madres de alumnos todavía están esperando cita para hablar con él (tras siete años en el Consell) y los docentes no quieren ni verle en fotografía.
De Elche hacia el sur, Compromís es tan ajeno a la vida cotidiana como la CUP catalana. Ni están, ni se les espera. Bien podría hablarse de un partido de otra comunidad autónoma, no va con ellos. Y eso que como síndica en la Cortes los de Oltra y Marzà han buscado una murciana, Papi Robles, que aprovecha cualquier oportunidad para expresarse en valenciano. Extraterrestre para alguien de las Dayas, Orihuela o Benejúzar.
Y en todo este erial, ¿con quién se puede contar? Se supone que los Bellido y los Fullana no pueden repetir en el cargo a partir de 2023 por los estatutos del partido que impiden más de 8 años en las mismas listas. Claro, que para eso está la consellera de Agricultura Mireia Mollà, la excepción que rompió esa regla en Elche. Menos mal que la heredera (la más importante porque todos los familiares pueden coger la antorcha del patriarca de Esquerra i País) es de lo mejorcito en gestión que tienen los nacionalistas valencianos.
Y es que Compromís fue algo cuando se convirtió en el ariete de la corrupción, pero ahora que esta no se produce en el PP sino más bien en el lado contrario, ¿qué es lo que les queda a los del partido de la política de camisetas? Pues eso, la gestión. Y a ser posible, la que se aleja de doctrinas ideológicas, donde los nacionalistas tienen tendencia a convertirse en los campeones del dogmatismo.
Por eso, no pierdan de vista a posibles nuevos valores que pueden aportar viento fresco a un proyecto en franca decadencia. Personas que gestionan y son capaces de sentarse con los de enfrente a solucionar problemas. ¿Podrían personas con perfiles diferentes a los actuales como el gerente de EPSAR, Juan Ángel Conca, ser el recambio de los agotados dirigentes de Compromís? ¿Incluso la propia Mireia Mollà como candidata a la Presidencia de la Generalitat? Desde fuera de la coalición hay quien piensa que políticos como ellos son el único camino antes de la irrelevancia.