Cuando el conjunto de la Comunidad Valenciana se dispone a vivir unas lluviosas fiestas falleras, en Alicante redoblamos los tambores de las dificultades asumidas por nuestras Fogueres, para reencontrarnos con una fiesta que lleva casi tres años sin manifestarse como tal en nuestras calles. De hecho, estos días se está viviendo internamente una de las situaciones más desasosegadoras por parte de las comisiones, cuando deberían estar encaminadas en recuperar la fiesta en tres meses.
La decisión del jefe de Bomberos del Ayuntamiento de Alicante, Carlos Pérez Calvo, de introducir una serie de medidas que afectarían gravemente la normalidad festera de junio, centrada en la eliminación del uso de carpas al objeto de facilitar el paso de los camiones de bomberos, puede decirse que está afectando gravemente el discurrir de unas comisiones aún alicaídas.
Y es que esta nueva normativa, que al parecer afecta a las instalaciones de unas 60 barracas y racós, entre las cerca de 140 existentes en la ciudad, aparece de manera especial cuando nuestras fiestas se encaminaban a su recta final, tras numerosas reuniones infructuosas con técnicos y componentes de la Federación de Fogueres, en donde la labor de su vicepresidente, Kiko Vinal, ha sido realmente incansable.
De entrada, cabría pedir que por parte municipal se liberalizaran aquellas otras instalaciones que no ofrecen dificultades para despejar ese limbo de oposición que nos envuelve a todos. No se ha hecho, como tampoco se ha aclarado a otras que se encuentran pendientes de obras, para ver si estas se podrían postergar o, en su defecto, buscar emplazamientos alternativos.
Seamos sinceros ¿Hace falta introducir una mayor racionalidad en algunos excesos de la Fiesta? Sin duda. Es más, esta nueva exigencia no aborda algunos injustificados cortes de tráfico que se reiteran cada año. Pero al mismo tiempo ¿Era esta la ocasión oportuna para ello, cuando lo que se dirime es retornar la normalidad de les Fogueres? Honestamente, no.
Sería, sin embargo, la ocasión a partir de la cremà 2022, para anunciar con tiempo un estudio de aquellos recintos que se han de reformar en sus emplazamientos, buena parte de los cuales se encuentran ubicados en el centro de la ciudad. Una revisión en la que habría que tener muy presente la idiosincrasia de nuestras celebraciones, máxime en un contexto donde las barracas se encuentran en grave peligro de continuidad.
Lo cierto es que la situación se encuentra en máxima tensión, cuando en asambleas celebradas no hace mucho representantes municipales habían casi asegurado que esta exigencia no iba a impedir o generar graves contratiempos en la planta del próximo junio. De momento, no lleva trazas de que así sea.
Hay que señalar dos elementos muy importantes. Uno, que en la larga y ya casi centenaria andadura de les Fogueres, los accidentes que se han sufrido de manera ocasional, solo han tenido dos elementos esenciales; el disparo de elementos pirotécnicos y la cremà. El otro es que, de aplicarse definitivamente esta norma, se extenderá a las otras fiestas que se celebran durante el año en la capital.
¿Estará el equipo de gobierno dispuesto a asumir las consecuencias de un enfrentamiento con el importante colectivo festivo de Alicante o, por el contrario, asumirá una responsabilidad que, de todos modos, se ha venido reiterando año tras año? Difícil coyuntura que a mi modo de ver solo tiene una respuesta. Seguiremos con esta cuestión compleja, apresurada y, sobre todo, incómoda.