Esta semana ha estado marcada en Alicante por el escándalo de las oposiciones a la Policía Local y la cantidad de familiares y amigos de políticos y, sobre todo, de personas con trayectoria en el cuerpo. No es un caso único, cada año tenemos un hecho parecido en cualquier localidad de la Comunidad Valenciana, como anteriormente lo fueron el de Mislata (Valencia) o Benidorm.
Es algo que nos debería hacer reflexionar sobre los procesos de selección en organismos públicos cuando existe un alto grado de corporativismo. Y es que quiero creer que la relación de parentescos que se han publicado, en especial en nuestro diario, reflejan que más allá de algunos casos de políticos algo huele a podrido en el acceso a un cuerpo que debería ser garante de nuestra seguridad.
En EL ESPAÑOL De Alicante ya se ha planteado la posibilidad de que sea un organismo externo a la propia policía de cada ciudad el que convoque y realice este tipo de pruebas. Se cita el IVASPE, dependiente de la Generalitat Valenciana, que curiosamente ha puesto dos miembros en el tribunal.
Yo iría más allá e incluso plantearía que teniendo en cuenta que la Generalitat está salpicada, estos procesos tengan un carácter nacional. ¿Recuerdan cuando en 2006 la Conselleria de Territorio quitó a Catral las competencias urbanísticas? Pues aquí pasa lo mismo. Ya van siendo demasiados los casos como para que alguien se plantee que el Estado asuma estos procesos para evitar los chanchullos.
En las denuncias y filtraciones, muy puntuales, queda claro que tanto los mandos como los sindicatos deberían dar explicaciones. Porque no se les ha escuchado ni una sola palabra mientras los partidos políticos han señalado las filiaciones de sus adversarios.
Dentro del casi centenar de personas que han aprobado la mayoría está relacionada con agentes del propio cuerpo policial. Y hasta cierto punto es lógico. Es normal que el hijo de un policía quiera ser policía, porque es lo que ha "mamado" desde su infancia. Igual que el hijo de un médico frecuentemente quiere ser médico o el de un periodista, periodista. De ahí a que tenga privilegios frente a personas ajenas al cuerpo, va un trecho.
Sólo basta hacer un esfuerzo retrotelevisivo para recordar cómo las policías y los bomberos de las principales ciudades del Este estadounidense estaban y todavía están copadas por descendientes de irlandeses. Se trata de una vocación, en su mayoría, que tiene que ver con los propios orígenes sociales de los aspirantes.
Pero eso no debería dinamitar el principio de igualdad de oportunidades para cualquiera que quiera ganarse la vida como Policía Local lo haga en las mismas condiciones que los hijos, sobrinos o amigos de los actuales agentes y mandos del cuerpo.