Nos encontramos ante los últimos exponentes de la Semana Santa de nuestra ciudad, que mañana nos hará vibrar la expresión de la Resurrección, en Alicante expresada con la Hermandad Nuestra Señora de la Alegría, que discurrió por las calles de la ciudad por vez primera en 1997, auspiciada por el propio mundo de les Fogueres. Lo cierto es que, sin darnos cuenta, nos encontramos a dos meses justos del inicio de la plantà de 2022.
La ausencia este año de esa concatenación de actos previos que de manera natural nos ha venido trasladando a las puertas de la Fiesta -salvo si eres de Zaragoza, claro-, este año se está limitando a la elogiable celebración del Concurso Artístico y el Certamen de Teatro, con limitada pero estimulante participación de comisiones dadas las circunstancias.
Sin embargo, cuando las hogueras ya se encuentran ofreciendo la venta de mesas a sus respectivos vecindarios -en lo que se prevé una importante implicación de familias de la ciudad, deseosos de reencontrarse con una fiesta ante la que no pocos siguen preguntando si se va a celebrar-, la realidad es que de momento no se percibe el ambiente necesario, Ambiente este que, más pronto que tarde, va a tener que emerger sí o sí, pero que desgraciadamente no se encuentra canalizado en estos momentos.
Y en este contexto, con unas negociaciones para la ubicación de barracas y racós que parecen despejarse. Con unos castillos de fuegos artificiales de fin de fiestas ya convocados, quedan aún lagunas. Lagunas importantes, como puede ser convocar el concurso de mascletás, uno de los platos fuertes, sino en definitiva el más multitudinario con que cuentan nuestras Fogueres, desde que este se creó en las hogueras de 1988.
A día de hoy, todos contamos con que estas se disparen de nuevo en Luceros. Será la máxima señal del retorno a la normalidad “de siempre”. Pero también a día de hoy, el concurso de sus participantes no se ha convocado. Sabemos igualmente que la dos firmas que hasta la fecha esponsorizaron estos disparos han renunciado a prolongar dicha colaboración. Es probable -y deseable- que se tengan ya en la recámara otras empresas.
También se conoce que las mascletás se limitarán a la semana de hogueras, obviando aquellas que las dos últimas ediciones se realizaron en los fines de semana previos a las fechas centrales. Algo razonable, puesto que todo aquello que delimite el radio de acción de la celebración realzará la excepcionalidad de la misma, máxime dado este deseado -y atípico- retorno. ¿Posibilitará ello que el pregón se celebre en las fechas habituales de las últimas décadas, en vez del lejano y frío inicio de junio?
Sin embargo, no deja de surgir la interrogante ¿A qué es debida la tardanza en convocar el concurso de firmas participantes? Incluso la propia confirmación y delimitación de su celebración. Cierta sensación de improvisación se cierne hacia la cita más multitudinaria que brinda la fiesta diurna. Es hora de despejar todos los interrogantes planteados en torno a la misma.
Y es que más allá de sus propios disparos. Del estruendo que su presencia brinda cada mediodía en nuestras fechas de junio, en esta ocasión serán -esperemos- la esperada prueba de que les Fogueres d’Alacant retornan con la fuerza de siempre. Así sea.