Prosiguen -y lo que te rondaré morena- las reflexiones sobre una reciente Fiesta que se ha definido como extraordinaria, aunque se reconozca que su enorme burbuja desprende aire por todos lados. De todos modos, no se preocupen. Se han hecho públicos los plazos para poderse inscribir como jurado de la bellea del foc 2023 ¡Nuestros problemas están resueltos!

Ironías al margen, mucho me temo que según discurran las semanas, estas justas inquietudes irán dejando paso a la cada vez más sufrida realidad de la vida festera. Y vienen a colación estas líneas, para recordar uno de los elementos más comentados en estas tertulias; la necesidad de una implicación de determinados sectores a los que las fiestas les reporta sustanciosos beneficios.

Destaco entre ellos dos que, por hacer una extraña analogía, hacen en junio el agosto, logrando gracias al mundo foguerer ganancias en ocasiones estratosféricas que ellos mismos reconocen, y de los que todos nos alegramos, por lo que suponen de enriquecimiento en la ciudad.

Son ámbitos donde estos beneficios resultan más ostentosos, al tiempo que la reversión de parte de ellos es prácticamente nula entre las comisiones; la hostelería y los bares y restaurantes. En el primero es reconocido que las fechas de fogueres llevan bastantes años convirtiéndose en una de las más relevantes de la temporada turística. Por parte de los restaurantes, sobre todo de la zona centro, cualquiera que haya paseado por sus calles en fiestas tendrá un criterio certero.

De entrada, estoy totalmente en contra -algo además que de ninguna manera se puede aplicar oficialmente- de la existencia de una supuesta tasa destinada al colectivo foguerer. Cualquier tipo de colaboración debería ser meditada y, sobre todo, voluntaria. Sin embargo, ¿No podría surgir algún gesto por parte de estos dos colectivos, que evidenciara sensibilidad con unas fiestas que tanta rentabilidad les proporciona?

Remontémonos a dos significativas declaraciones de sus respectivos representantes, en el diario Información del pasado 16 de junio. Una de ellas provenía de Mar Valera, presidenta de la asociación de hostelería -además de madre de nuestra bellea del foc, lo cual quizá le haga mirar con más cercanía el hecho festivo; “Deberíamos hacer algo por colaborar con las fiestas, sobre todo con los barrios”. Prometedoras palabras que aún no se han concretado en hechos.

Por su parte, más expeditivas eran las manifestaciones de César Anca, presidente de la asociación de restaurantes; “En Hogueras reforzamos la contratación, que es un valor en sí” ¡Acabáramos! ¡Le tenemos que dar las gracias! Eso sí, cuando en enero fue rey mago no le hacía ascos vivir el ‘mambo’ festero.

Con las manifestaciones más cercanas de la primera, y las absolutamente insensibles del segundo, uno se atrevería a proponer que articularan por separado un gesto que, en realidad costaría poco a sus respectivas asociaciones, y que el universo foguerer entendería como un detalle que, al menos, permitiera un cierto y simbólico retorno a nuestras comisiones.

¿Qué tal que ambos colectivos, por separado, ofrecieran un anuncio de una página en todos nuestros llibrets -con lo cual las hogueras verían esa simbólica implicación-? Estamos hablando de una inversión de unos diez mil euros por cada uno de ellos que, honestamente, no creo ofrezca un grave quebranto a sus arcas ¿Tan difícil sería institucionalizar un gesto como este? Obras son amores y no buenas razones. A tiempo se está de ello.