En la historia oculta de nuestra Fiesta se esconden detalles curiosos. Uno de ellos revela las escasas ocasiones en que algunos distritos plantaron más de una foguera la misma edición. Solo sucedería en tres ocasiones, dos de ellas el mismo año; 1954.

Aquella ocasión -una cita brillante en aquellas hogueras tan ondulantes-, las comisiones de Carolinas Bajas y Ruperto Chapí optaron por plantar dos hogueras. En el primer caso fue Julio Esplá el autor de sendas obras, una ubicada en la plaza de Castellón y otra en la confluencia de las calles Poeta Zorrilla y Cronista Viravens, donde actualmente se planta.

Por su parte, el céntrico distrito haría lo propio con dos hogueras realizadas por Antonio Hernández Gallego -tan premiado aquellos años-, una de ellas plantada en la calle Castaños -triunfadora en tercera categoría- y otra situada en su emplazamiento acostumbrado.

Tuvieron que pasar trece años, para que el distrito de Alfonso el Sabio aplicara el más difícil todavía, al apostar por patrocinar tres hogueras en junio de 1967. Julio Esplá se sumó una vez más a dicho reto, con sendas creaciones que sumaban, en su conjunto, 200.000 pesetas de la época.

Así pues, en lugar de participar con una única propuesta en categoría especial de bajas aspiraciones, lo hicieron por tres hogueras que concurrirían en primera, segunda y tercera categoría, respectivamente. La más elevada, centrada en la confluencia con la plaza de Los Luceros, y las dos restantes, encaradas, en el cruce de la avenida con las calles Segura y Álvarez Sereix. Solo esta última, la más modesta, recibiría el segundo premio de tercera categoría.

Pasarían bastantes años, hasta que la celebración del cincuentenario de la Festa introdujera otra modalidad, poco frecuentada en el tiempo; la de las hogueras conmemorativas. Fue algo que introdujo Ángel Martín en su obra para Benalúa en 1978 -triunfadora de la edición- en la que incorporó una fiel reproducción del célebre tranvía fundacional plantado en aquel distrito en 1928.

1978. Reproducción de la foguera fundacional de Benalúa, realizada por Ángel Martín. Archivo J.C.Vizcaíno

Al año siguiente, el distrito de Calderón de la Barca celebraba también sus bodas de oro, y lo conmemoró plantando una reproducción de su primera obra, que apareció como uno de los elementos destacados en su foguera de 1979, que realizó Juan Capella.



Sin embargo, sería la comisión de San Blas quien acometió similar conmemoración en 1980, patrocinando una tercera foguera en su distrito -junto con sus dos preceptivos monumentos- reproduciendo con bastante fidelidad la primera obra de 1930, en su momento ejecutada por Paco Hernández. Medio siglo después, la recreación recaería en el recientemente fallecido Armando López Sarabia.

1980. Reproducción de la primera foguera de San Blas, plantada en 1930 . Archivo J. C. Vizcaíno

Transcurriría más de un cuarto de siglo, para que esta poco practicada modalidad tuviera su, hasta ahora, última expresión. Sucedió en 2007, celebración de las bodas de diamante de Sèneca-Autobusos. La conmemoración supuso un ejercicio espectacular para dicho distrito, coronado con una recordada foguera de categoría especial, que explicaba en sus escenas la historia de dicha comisión.

Junto a ello, muy cerca de la oficina de turismo se plantó una reproducción de la primera foguera de la demarcación -denominada en 1932 carrer Quiroga, y en aquella lejana ocasión realizada por Vicente Olcina-. Para llevarla a cabo se recurría a un viejo amigo del distrito, el también recientemente fallecido Pepe Muñoz Fructuoso.

En todos los casos, pese al empeño y la buena voluntad de sus promotores, se hizo evidente una característica; la imposibilidad de recuperar la simpleza técnica y las texturas originales de los modelos imitados