Antes de que Pedro Sánchez eligiese a Óscar Puente para responder al PP en fallida investidura de Alberto Núñez-Feijóo y luego como ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, las únicas referencias que tenía del político vallisoletano eran de carácter personal. Por lo que de él me había contado una de mis mejores amigas, socialista de toda la vida que tras trabajar junto al entonces ínclito alcalde se ha jurado a sí misma no volver a votar al partido del puño y la rosa en su vida.
Luego vino la vergüenza ajena de tener que escuchar sus exabruptos en sede parlamentaria. ¡Qué pena de la bajeza intelectual en la que ha terminado la tribuna del Congreso de los Diputados! Y después el suceso en el tren. Óscar Puente era el personaje idóneo para protagonizar un nuevo esperpento de la España de pandereta.
Hace dos semanas, el ministro cargó en X (antes Twitter) contra el periodista ibense Francisco Pascual, director adjunto de El Mundo, por el simple hecho de que éste le reclamase mesura y educación en sus comentarios. Óscar Puente volvió a demostrar no solo su faceta de zafio profesional, sino que además alentó unos ataques masivos de sus seguidores en la red social contra el periodista alicantino. Mal enemigo se ha buscado el vallisoletano. Quienes conocemos a Paco sabemos que cuan tenaz y paciente puede llegar a ser frente a quienes le han injuriado.
Lo último ha sido que el insultador elevado a ministro llamase "bipolar" al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, esta misma semana. Sin ningún tipo de filtro, sin mediar provocación. Puente ha vuelto a demostrar que allí donde no hay ni inteligencia ni argumentos, los mediocres eligen el insulto.
Hizo mal la Generalitat Valenciana en contestar a Óscar Puente. No se merecía ni siquiera una réplica. Puente venía dispuesto a insultar a la Comunidad Valenciana como parte de su estrategia para ayudar a su compañera Diana Morant en su aburrido camino a la secretaría general del PSPV-PSOE, ungida por el presidente del Gobierno que durante las dos últimas semanas se está viendo sobrepasado por 'caso Koldo' y las exigencias de Junts para amnistiar a los responsables del procés. Replicarle fue entrar en su grosero juego político.
No obstante, aún así también tuvo tiempo de ejercer de ministro contra los intereses de la Comunitat Valenciana, algo a lo que ya estamos acostumbrados por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, ya que terminó el día negando la necesidad de la construcción de una segunda pista en el aeropuerto Alicante-Elche Miguel Hernández. Y de vuelta a Madrid, por fortuna. Tanta paz llevas...