Opinión

Unos apuntes sobre la DANA de Valencia

Juan Navarro
Alicante
Publicada

DANA: "Depresión aislada en niveles altos, anteriormente denominada gota fría". Francisco Andrés Pons, doctor en Ciencias Físicas, especialidad Física del Aire, afirmaba que los fenómenos conocidos como gota fría, habituales en el Mediterráneo, son fácilmente predecibles pero la dificultad de ubicar el lugar de descarga, los hace muy peligrosos.

Para el Profesor Andrés Pons todo dependía de una propiedad de la atmósfera: la capacidad del aire de absorber vapor de agua o lo que en términos físicos se denomina punto de rocío. A mayor temperatura, mayor capacidad de absorción de agua.

Cuando se alcanza el punto de rocío, el vapor de agua atmosférico se condensa en superficies frías tales como vidrios de ventanas, superficies metálicas o en zonas agrícolas.

Si una gran masa de aire caliente que proviene de los desiertos de la ribera sur cruza el Mediterráneo, irá absorbiendo en su paso grandes cantidades de agua hasta llegar a la saturación.

Cuando la masa de aire caliente saturada de vapor de agua llega a la Comunidad Valenciana choca con los frentes montañosos costeros y asciende a alturas elevadas, si en ese momento encuentra una masa de aire muy frío, disminuye la temperatura del aire disminuyendo rápidamente su capacidad de absorción de agua. Como consecuencia de ese descenso térmico es la expulsión del vapor de agua sobrante produciéndose una lluvia torrencial en breve espacio de tiempo. Este fenómeno se conoce como gota fría o DANA.

En condiciones normales, una gota fría se mueve con mucha rapidez y es imprevisible determinar el punto de eliminación del agua. A veces descarga en el mar evitando las inundaciones. Y eso fue lo que mantuvo al profesor Andrés Pons en vigilia toda la tarde del 20 de octubre de 1982 en su puesto de jefe del servicio meteorológico del aeropuerto de El Altet. Todo indicaba que descargaría en San Vicente del Raspeig o en Tabarca, finalmente lo hizo en la ciudad de Alicante y en la comarca de la Ribera en Valencia con las consecuencias que todos conocemos.

Este fenómeno físico, habitual en el Mediterráneo, es cíclico. En Alicante hubo gota fría en 1975, en 1982, en 1987, en 1997. Pero gracias a las obras de infraestructuras de los barrancos de las Ovejas y Juncaret, la ciudad de Alicante no ha vuelto a sufrir las terribles consecuencias de las inundaciones. Algo similar ocurrió en Valencia cuando en 1957 se desvió el cauce del río Turia que pasaba por el centro de la ciudad.

En una gota fría, la precipitación esperada suele situarse en 300 litros/m2 o mm, pero el 29 de octubre de 2024 parece ser que una anormalmente elevada temperatura del aire y un mar mediterráneo ligeramente más cálido, determinaron que el vapor de agua del aire fuera excesivamente grande y de ahí los 800 mm que descargaron en pocas horas.

Frente a eso no hay posibilidad de reacción. Cuando se abre el cielo y aparecen 800 litros por metro cuadrado, no hay nada que hacer salvo rezar, el que sepa.

Pero sí se pueden minorar los efectos catastróficos. Mediante infraestructuras hidráulicas podemos disminuir el caudal y la velocidad del agua y desviarla hacia zonas de fácil drenaje. La limpieza de los cauces que pertenecen al dominio público hidráulico, los liberará de restos de cañares, troncos, arbustos, maleza y enseres abandonados que actúan como mini presas, reteniendo y acumulando el agua hasta el momento en que la gran masa acuosa supera esas barreras y se libera llevándose por delante lo que encuentra en su camino.

¿Por qué en Paiporta, donde no llovía, apareció una ola de más de 3 metros de altura? Mi opinión es que el agua se retuvo en el barranco del Poyo por la suciedad del mismo y cuando superó un volumen grande inundó l’Horta Sud llevándose todo a su paso. Si el barranco del Poyo y anexos, hubiesen estado limpios y se hubiesen construido pequeñas barreras de hormigón para laminar el agua, las consecuencias no hubiesen sido las que conocemos.

Los ayuntamientos piden autorización a la Confederación del Júcar para limpiar, a su costa, los cauces públicos y la respuesta es siempre la misma: no. Incluso el Ministerio para la Transición Ecológica está derribando presas con el único fin de facilitar la vida de determinados anfibios y peces para correr libremente río abajo, lo cual me parece un inmenso error.

Carlos Mazón Guixot, presidente de la Generalitat, podría haber estado tres días antes del 29 de octubre sin comer y tres días después sin cenar y hubiese ocurrido lo mismo. La Generalitat no tiene competencias sobre el dominio público hidráulico. Esa responsabilidad es de la Confederación del Júcar, ministerio de transición ecológica, Gobierno de España. Si la Confederación hubiese mantenido limpios los cauces y construidas pequeñas infraestructuras como las apuntadas anteriormente posiblemente las consecuencias no hubieran sido tan lamentables. Pero no es hora de lamentarse, hay que acometer las obras necesarias para evitar la próxima DANA o gota fría.

Juan Navarro es doctor en Ciencias.