Alicante

Desde las 8 de la mañana, estaban recibiendo este lunes en el Campamento Santa Ana de Cáceres a las 1.200 personas que ingresarán en el Ejército de Tierra. Hasta este centro de formación de tropa en Extremadura le ha correspondido a José María Martínez acudir para iniciar su nueva vida como militar. Así deja atrás la vida de concejal del Partido Popular que había comenzado el pasado mayo en un pueblo al sur de la provincia de Alicante, Daya Vieja.

Este es el inicio de un periodo de quince días de adaptación a la vida militar, y a partir de ahí la formación general básica que durará dos meses y medio, explica el joven que cumplirá 27 años la próxima semana. El 26 de enero jurará bandera y ya será soldado. La instrucción seguirá, eso sí, con la específica que se alargará hasta finales de abril para cuadrar los seis meses en total que le corresponden.

Para llegar hasta aquí ha tenido que pasar las pruebas tipo examen psicotécnico con siete apartados de quince preguntas. La nota que obtuvo es la que le ha permitido escoger destino. Él ha conseguido entrar en su tercera opción, Legión Melilla. Después de las pruebas escritas llegaron las físicas, con abdominales, flexiones y una carrera que también superó.

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Formar parte del Ejército era un de sus objetivos. Así lo corrobora Rafael Vives, el presidente del Partido Popular en este municipio de la Vega Baja y que fue alcalde durante 16 años. "Es un chaval muy inquieto y despierto", asegura, "que siempre ha estado viviendo mucho la política nacional. Y con un sentimiento patriótico muy fuerte".

Así lo reconoce el propio José María en esta semana que arranca su nueva vida: "Las fuerzas armadas siempre me han llamado la atención". Desde 2018 quiso ingresar en el Ejército: "He ido avanzando poco a poco porque me acomodé aquí con el trabajo". Aunque también se vio frenado por otro motivo, los distintos tatuajes que cubren ampliamente sus brazos. Una norma anterior a 2021 impedía presentarse con ellos.

Y aún recuerda el día que le dijeron que no, "cuando solo llevaba en el bíceps el nombre de mi sobrina y un chupete por el día que nació". Ese dibujo asomó cuando se puso la camisa de manga corta e hizo el saludo militar. "Si hubiera sido otro tatuaje, me lo hubiera podido borrar, pero al ser un tatuaje significativo, sabía que en un futuro lo tenían que quitar porque todo el mundo va tatuado", cuenta. 

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Ese es también un ejemplo de la importancia que le da a su familia, quien asegura que le está dando soporte ahora con esta nueva etapa. "Están orgullosos porque saben que llevo muchos años intentándolo", apunta. Ahora, como le recuerdan sus amigos, ha demostrado que el que la sigue la consigue, reconoce risueño. Su pareja, de la que ahora tendrá que estar separado estos meses, "también me apoya bastante".

Su paso por la política del municipio más pequeño de la Vega Baja ha sido muy breve, a diferencia de sus familiares. Su bisabuelo fue alcalde casi tres décadas y su padre, concejal. Raquel Martínez, una de las actuales concejalas que tiene el PP en Daya Vieja, valora que "se va a lo que le gusta" porque "es tremendamente patriótico, un chaval fuertote que tenía un humor muy bueno, de esos chavales que se le echa de menos cuando se van".

"Me metí en política para servir a mi pueblo y ahora dejo de servir a mi pueblo para servir a mi país que, quieras que no, es una manera indirecta de ayudar a mi pueblo también", razona. Y como concluye, "para mí es un orgullo: siempre he querido ir a la Legión y al final lo he conseguido".