Alicante

"Los tópicos siguen existiendo, pero a los andaluces nos tocaron los peores: los flojos, los vagos, los sinvergüenzas, los ladrones". La lucha contra esos estereotipos la lleva a cabo Manuel Chaparro con su grupo Califato 3/4, del que es capataz y voz. Y lo hace con trabajos como La contraçeña, un disco pensado para bailar y para romper desde la tradición.

A pesar de ese carácter rompedor, asegura que "no planteamos nada, lo único que llevamos es algunas referencias de sample". Compuesto por nueve personas, entre dos técnicos y siete músicos, que van desde los 42 hasta los 22 años, Califato refleja esa variedad. "Nunca sabemos qué va a salir, por eso sale cada uno de su padre y su madre".

Lo que sí está muy reglado es cómo deben hacer los conciertos, a causa del coronavirus. Ese será el caso del que darán este jueves en Alicante, donde actuarán en Cigarreras como presentación de un nuevo ciclo. que promueven productoras locales como Un Fulgor de Moda Antónima, Santa Leonor y Meet and Live.

En pandemia sin bailar

"Somos un grupo de pandemia", razona Chaparro. ¿Por qué? Antes de que llegaran estas limitaciones solo pudieron dar tres conciertos en su Sevilla natal. Y eran los tres primeros. "Todos los demás los hemos dado o con la gente sentada en silla individual o en mesitas de dos o tres. Más o menos, ya nos hemos acostumbrado pero las primeras veces era un rollo grande".

Con su música potente "que vuelve a la gente loca", lo que cree que será raro "cuando ve a toda la gente bailando". "La ilusión que tengo es que algún día pueda vivirlo", añade risueño. De momento, mientras los festivales siguen reconvertidos en ciclos y los bailes los hacen las fechas mientras se caen y vuelven, toca esperar. "Esto va a semana a semana", asegura, por eso dice que los únicos bolos que se creen son los que tienen de forma inmediata.

Escrito en andaluz

Eso se traduce en temas tan diferentes como Te quiero y lo çabêLa bía en roçaÇambra der Huebê Çanto. La forma de escribir estos títulos parte de la propuesta de escritura en andaluz, EPA. "Cuando uno se empodera de cómo habla, escribe, pronuncia y expresa se puede sentir orgulloso y tirar para adelante", explica Chaparro.

Y ahí vuelve a criticar los tópicos que aún se mantienen: "A los andaluces siempre nos han dicho que no sabemos hablar y escribir". Estas son las cosas que confiesa que le molestan pero a pesar de eso, trabajan también desde el humor, como cuando cuelan en portada un Darth Vader ante un trono de la Semana Santa. 

Eso sí, "el humor es importante, claro, pero no convertirnos en los payasos, que también es otro arquetipo que nos tienen puesto. Así que un poquito de respeto, reverencia y guasa". Y vaya que se lo aplican. Como cuenta, "estamos todos juntos, nos alegramos, estamos cuatro días de fiesta a catorce horas haciendo música".

Cumbia y breakbeat

En ese ambiente, promete, se mueven planteando los caminos por donde quieren discurrir. "Pero si intentamos y se nos atasca, pasamos a lo siguiente, es muy orgánico". Tiran mucho de creatividad, prosigue. "Si primero nos sale un Te quiero y lo çabê y luego un Indiô der çûh, lo seguimos. No tenemos que tirar por una línea o que suene a esto u lo otro".

Pese a esa insistencia, su sonido sí es claramente identificable. Y eso teniendo en cuenta que en sus influencias van desde la cumbia electrónica, las marchas de Semana Santa o las bases de los ritmos rotos ingleses. "Tenemos un baremo gigante de música", apunta, "de hecho, es una competición en la furgoneta entre los cinco".

Si eso les lleva a pinchar lo último de un desconocido grupo israelí o música popular rusa, esas influencias se van quedando en su música. Aunque si hay una época en particular, es la de la electrónica de Reino Unido a finales de los noventa y principios de 2000. "Al criarnos con esa clase de música lo hemos convertido en nuestro folclore, igual que la Semana Santa y lo demás. La música de finales de los 90 es tan folclore como una sevillana". 

Su experiencia como productores y dj's es lo que les lleva a presentar algunas canciones como si fueran remezclas. "Cuando tú mezclas lo que es de otros con lo tuyo, sale algo tuyo. Eso es el orgullo. En la mezcla está el alma. O el diablo, como tú quieras llamarlo".

Orgullo obrero

Así consiguen también superar un miedo que tenían en sus inicios: "Cuando empezamos, dijimos que esto era demasiado localista para que la gente pueda entenderlo". Y en su primer concierto fuera de Sevilla, en Borriana, funcionó.

El orgullo de barrio es un factor que cree les otorga ese carácter universal. "El ser pobre, buscarse la vida, el haberse criado en la calle y todos esos problemas que intentamos reflejar es un orgullo que está inherente en muchas periferias de la península y de barrios que son obreros", razona Chaparro.

Y les gusta hacerlo explícito. "Nos han hecho creer que el barrio, el buscarse la vida, la pobreza, el tener necesidad, el pertenecer a una clase obrera, es algo malo. Algo de lo que no te puedes sentir orgulloso. Y ese es el problema. Al final han acabado con las redes vecinales, las comunidades, con todas las ayudas que había antes", cuenta. Por eso, "más que nunca hay que recuperar el orgullo de barrio, el orgullo de ser obrero. Por lo menos para salir adelante". 

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