Esta es una historia de amor y de pasión, porque lo uno sin lo otro deben ir de la mano para un final feliz. Solo así se entiende el éxito de una pequeña empresa alicantina que se codea con los grandes del panorama musical mundial desde su fábrica/casa situada en Gata de Gorgos, un municipio de 6.000 habitantes a la espalda de Jávea.
Para conocer el origen de Guitarras Bros nos tenemos que remontar a unas décadas antes de su nacimiento, en 1974. Herminia Monroy y Francisco Broseta eran dos adolescentes que trabajaban en diferentes casas de guitarras en la provincia de Valencia.
Ella se estaba especializando en el arte de la técnica de barnizado y acabado del instrumento; él. en la fabricación de la estructura de la guitarra. Sus empresas "se unieron temporalmente", explica uno de sus nietos, Adam, y ellos, con 15 años, se enamoraron y se unieron para siempre, como suele decirse.
Más tarde, en el año 1969, cuando el hombre subía a la luna, ellos bajaban de Valencia a Gata de Gorgos, donde convirtieron su chalé de campo de dos plantas "en medio de la nada" en un taller artesanal de unos 300 metros cuadrados. En la planta de arriba, junto a la cabina y la zona de barnizado, aún vive Herminia.
Su marido, en cambio, fallecía en 2004, dejando el legado a su hijo Francisco Broseta, con quien el negocio dio un giro, pasando de trabajar la guitarra básica y comercial que vendía puerta a puerta, a crecer con la vista puesta en la calidad y el diseño.
Precisamente el pasado 2004, no pudo haber sido más agridulce porque es también el año en el que la prestigiosa revista The Guitarist les concedía el premio a la mejor guitarra por su modelo B40 (clásica española), hecha con materiales de la India y Honduras, entre otros.
Artistas de renombre
Así, las puertas del mercado internacional se terminaron de abrir después de que, un año antes de morir, Francisco Broseta y Melendi crearon en el taller la primera guitarra personalizada (con la boca del instrumento con forma de marihuana) en el que supuso el salto a la fama del asturiano. "Esta guitarra marcó para nosotros un antes y un después porque hasta entonces la personalización del instrumento solo consistía en poner el nombre o algún detalle", asegura Adam.
La muerte sobrevino a Francisco hace cuatro años, y con él llegó la tercera generación de lutieres, habiendo logrado su sueño de situar la marca de sus padres como sinónimo de instrumento a medida y artesanal. Un esfuerzo que fue posible gracias a la alianza formada con numerosos artistas y famosos que le han ido encargando sus guitarras: The Black Eyed Peas, Alejandro Sanz, Joaquín Sabina, India Martínez, Pablo Alborán, Luis Fonsi. Sin olvidar que por el programa El Hormiguero han tocado sus guitarras personalizadas actores como Tom Hanks, Rossell Crowe, Jeremy Irons o Will Smith, además de cantantes como Carla Bruni, Ed Sheeran y un largo etcétera.
Aunque el principal "orgullo" de esta empresa es el de haber tenido en el taller a Amy Winehouse. "Su padre la trajo aquí porque estaba pasando una mala época drogas y con una separación y necesitaba distraerse", explica Adam. En Gata de Gorgos, la cantante británica eligió su guitarra con la que escribió las letras del que sería el álbum que poco después la consagró (y que a la postre acabó con ella), Back to Black. "Con su padre mantengo bastante relación por mail, y una vez me comentó que la nuestra era su guitarra favorita, la que al fallecer le robaron cuando entraron en su casa, junto con otras pertenencias que iban a ser subastadas", afirma Adam.
Por si fuera poco con esta notoriedad alcanzada, esta fábrica de guitarras pronto saltará a la gran pantalla. El próximo 23 de julio se estrenará en cines 'El Cover', la película con la que debuta como director el conocido actor de 'Aida' Secun de la Rosa y en la que "las guitarras tienen un protagonismo importante", avanza este empresario.
Con el Covid
En este taller, la tercera generación sigue elaborando al más puro estilo artesanal las guitarras más reconocidas, hechas con materiales exóticos y talladas a mano. Y la crisis de la Covid no ha hecho más que aumentar "enormememente" los encargos, explica Adam Broseta, quien junto con sus hermanos David y Juan, y su tía Amparo y Oriol se encargan del negocio en la actualidad.
"Al haber estado la gente más encerrada en casa, muchos han pensado que era el momento de tocar la guitarra y lo que se habían ahorrado en hoteles y salir, pues lo destinan a este instrumento", esgrime Adam.
Así, han pasado de aumentar la lista de espera de 3 a 8 meses, dedicándoles unos dos meses a terminar cada guitarra (cuyo precio medio ronda los 700 euros), sumando un total de unas 110 al trimestre."Si fuera por nuestros clientes haríamos miles, pero preferimos decir no a determinadas propuestas porque nuestra línea es la calidad por encima de la cantidad", prosigue este lutier de 35 años, quien lleva desde la adolescencia empapándose del negocio familiar.
A todo esto ¿Tocáis la guitarra?, le preguntamos. "Mi padre tocaba la guitarra como nosotros, nivel medio, pero no, no somos Paco de Lucía como la gente puede creer", responde.
¿Un o una artista que os gustaría que tuviera la guitarra? "Hay uno que ya la ha tenido, Will Smith. Se la tuvimos que entregar nosotros porque mi padre había fallecido un poco antes y sabemos que a él le hubiera gustado mucho entregársela. Y personalmente me gustaría que Eric Clapton tuviera una guitarra nuestra".