Su misión es lanzar ganchos para que se aferren a la vida. Esa es la labor del equipo que encabeza el negociador y que debe mantener la cabeza fría cuando los sentimientos están más agitados. Aquí explican las reglas con las que trabaja la Policía Nacional para evitar el peor de los desenlaces en un episodio de suicidio.
"Acompañamos a la persona en crisis para que salga de ella", explica Luis Alfonso Bardón. El inspector-jefe de la comisaría del Distrito Norte de Alicante lleva años haciéndolo de primera mano. Él es el negociador que tiene el instituto armado en la provincia. Y eso implica mucho trabajo, especialmente por las tentativas de suicidio.
Este es el caso más habitual con el que se debe enfrentar desde su posición de negociador. Y gestionarlo bien significa atenerse a las reglas que se marcan. Por eso Bardón destaca la importancia de la formación continua que siguen para aprender nuevas técnicas y abordar estos casos.
La llegada de su equipo es reflejo de la dificultad ante la que se encuentra. "No se trata de un caso fácil, es alguien que está en una situación extrema", explica calmadamente mientras recuerda momentos como los vividos frente a frente con el hombre que desde lo alto del puente del bimilenario en Elche quería lanzarse al vacío o quien quería hacer lo mismo desde la repisa de un apartamento en Benidorm.
Buscar la información
El negociador es solo la cara visible de un equipo que se coordina para conseguir cambiar el ánimo de la víctima. "Creo que nadie quiere morir pero hay gente que no encuentra esos alicientes y los debe de encontrar", explica.
Tener esos argumentos a mano es una de las prioridades iniciales con que arranca el operativo. La llamada para atender estos casos puede ser a cualquier hora, y él mismo lo sabe por las veces que ha acudido a atenderlas. El camino hasta el lugar ya hay que aprovecharlo. El jefe de incidente le informa de todo lo que se puede saber sobre la víctima.
"Siempre buscamos el detonante. ¿Por qué esa persona se quiere suicidar hoy y no ayer? Algo le ha empujado. Y es fundamental encontrar esa chispa", asegura. Esa es una labor en la que los zetas, los primeros agentes que han dado la alarma y han podido estar en contacto con la víctima, son clave. Si ella misma ha dicho algo o lo hacen los vecinos lo transmiten al jefe para que lo sepa el negociador.
Todo lo que se pueda averiguar valdrá para la conversación que mantendrá, la más importante de su vida. Y para entrar en ella no hay que tener prisa. "Si tengo que esperar diez minutos es mejor que entrar con carencias de información", recalca. "Las prisas, pueden llegar a ocasionar más daños. No benefician en nada la negociación". Una vez esté dentro de ella ya no podrá salir.
Evitar a los familiares
Bardón insiste en varias ocasiones en la importancia del protocolo. "Toda la experiencia que llevas a tus espaldas evita improvisaciones que puedan generar más perjuicios que beneficios". De ahí que recalque la importancia de la formación para que desde los zetas se sepa cómo actuar y se eviten frases o acciones que ya se sabe pueden empeorar muy rápidamente la crisis.
La búsqueda de los familiares, por ejemplo, es prioritaria porque pueden aportar una información valiosa. En cambio, su presencia puede constituir un peligro. "El uso de terceras personas en la negociación normalmente perjudica más que beneficia. En muchas ocasiones el quiero ver a mi mujer o a mi padre puede ser el anticipo de un momento de despedida. Por eso el negociador no quiere que vengan esas personas".
Ganar tiempo
El siguiente paso es rebajar la tensión emocional. "Llevar a la persona al plano racional se consigue con el paso del tiempo", señala. Porque saben que este es su aliado, "corre a nuestro favor porque vamos encontrando cosas que le pueden servir para que le enganchen a la vida y no se lancen".
En esos minutos iniciales el equipo debe conseguir rebajar unas emociones que se tienen a flor de piel. Y una de las técnicas es el silencio. "Es fundamental, aunque puede parecer lo contrario". Es el momento de escuchar, de que desarrolle las razones que le han empujado. Callar en el momento adecuado es "una técnica clave con la que parece que pase de un estado de nervios a uno más racional".
A lo largo de esa charla otra prioridad que Bardón cuenta que se marcan es la de "no engañar, jamás". Si la víctima cree que está siendo engañada no obedecerá a razones, "no se va a fiar, con lo que no hay negociación". Eso sí, concede que existen las mentiras piadosas.
De psicólogo a cura
"Imagina que a una persona la han detenido treinta veces, si le digo que soy policía establezco un muro porque ya puede haber una mala relación con la autoridad". De ahí que cuente que se ha presentado como psicólogo de la Cruz Roja o "un vecino sacerdote que vivía en un bloque dos número más allá. No engañas, pero puedes hacer una mentira piadosa".
En esa conversación se sacan a relucir las necesarias dotes de persuasión, "porque si no las tiene, no valdrías". De ahí la importancia de las habilidades sociales, "como el saber empatizar, ser socialmente cálido pero emocionalmente frío". "La escucha activa permite la ventilación emocional", explica, "es lo que permite pasar del plano irracional al racional. Y con la empatía consigues influenciar su conducta".
Bardón ha vivido situaciones muy tensas igual que muchos otros compañeros, pero "cuando acaba todo esto la sensación que tienes es de euforia porque has salvado la vida. Que acabe llorando contigo, eso hay que vivirlo porque no se puede expresar con palabras".