A once millas náuticas de la ciudad de Alicante y muy cerca del Cabo de Santa Pola se encuentra una pequeña isla de aguas azul turquesa, un pequeño puerto marinero y una belleza espectacular.
Se trata de Tabarca, la única isla habitada de la Comunidad Valenciana, que registraba poco más de 50 habitantes en 2019. Para los griegos era "Planesia", por su perfil completamente raso. Y con el tiempo la isla se convirtió en el refugio de numerosas embarcaciones piratas que atracaban en la orilla con la intención de acercarse después hasta la costa alicantina.
Tabarca es en realidad un pequeño archipiélago compuesto por tres islotes más (La Cantera, La Galera y la Nao). La isla principal no llega a medir en tierra firme ni 2 kilómetros, y tiene una anchura de unos 400 metros. La diversidad de su flora y fauna, la convirtieron en la primera reserva marina de España en 1986.
Pero a pesar de tamaño, en ella se pueden encontrar algunos bares y restaurantes, hoteles y algún que otro hostal. Si viajas hasta ella, es recomendable probar el caldero; el plato típico de la isla, y del que se alimentaban los marineros.
Tabarca cuenta con su propio museo desde 2004, situado en el antiguo edificio de la Almadraba, un almacén usado tradicionalmente para la pesca de atún. La actividad de las salas se centra principalmente en estudiar y difundir las relaciones de las poblaciones costeras a lo largo del tiempo. Este museo se puede visitar durante todo el año, pero con diferentes horarios que se pueden consultar a través de la página web del Ayuntamiento de Alicante.
Un baluarte contra piratas
Hubo una época en la que los habitantes de Tabarca no eran más que piratas berberiscos que iban y venían, utilizando la isla como una guarida ante la población cristiana o como lugar para planificar nuevos ataques a las costas alicantinas.
En el siglo XVIII, el monarca Carlos III se cansó y decidió poner solución para que dejaran de invadirla. Primero mandó a levantar una gran muralla para su fortificación, y después trasladó hasta allí a varias familias de pescadores de Génova que estaban cautivos en la ciudad tunecina de Tabarka; de ahí el nombre de la isla.
Las murallas que rodean su núcleo urbano han sido declaradas Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Merece la pena contemplar el atardecer desde las diferentes puertas que se abrían en la antigua muralla, el Faro de Tabarca o acercarse hasta la Torre de San José.
¿Cómo llegar?
La isla se puede visitar durante todo el año, aunque lo más común es hacerlo en verano para poder disfrutar del sol y el agua de la playa. En julio y agosto suele estar más concurrida, así que es mejor visitarla en junio o en septiembre, que todavía hace calor.
El viaje para llegar a ella puede convertirse en una verdadera aventura. Se puede llegar en barco desde diferentes lugares: Alicante, Santa Pola o Benidorm. Aunque mucha gente elige la segunda opción ya que Santa Pola es la localidad más cercana a la isla, y el recorrido se puede hacer en unos 25 minutos.
¿A qué esperas para coger el bañador y las gafas de buzear e irte a descubrir este paraíso en mitad del mar?