Elche

España ha acogido a unos 135.000 ucranianos, la mayoría mujeres y niños, desde que se desatara la invasión rusa en Ucrania el 24 de febrero de este año. Ahora, más de 70 días después, algunos de ellos ya se han vuelto o sopesan hacerlo pronto, como Maria Ursaki, natural de la región de Ivankiv, a medio camino de la capital Kiev y de la frontera sur con Bielorrusia. 

Desde Valencia, donde ha ido a despedirse de uno de sus hijos que vive allí, hablamos con ella gracias a las labores de traducción de Cristina Sosyiak, una voluntaria ucraniana de Infancia de Nad, la pequeña ONG de Elche que ha podido evacuar en autobuses a, de momento, unas 800 personas familias completas.

Entre ellas a Maria, quien pudo huir en dirección a Polonia el pasado 17 de marzo, donde se reencontró con otros familiares con los que se vino a Madrid. En la capital, en un hotel para refugiados, permanecen dos de sus hijos, uno de ellos con su mujer y sus tres nietos, así como su otra hija con 8 niños. El cuarto hijo de Maria sigue en el Donbass combatiendo desde que se iniciara el conflicto en 2014. 

Recuerda que fue su marido Víctor, de 58 años, el que le pidió que se marchara del país ante el avance de las tropas rusas. "Los militares estuvieron aquí, entraron en casas a robar y violar a muchas mujeres, no tenían nada de humano", rememora esta mujer. Pero ya no están y eso lo cambia todo. Ahora su marido le pide que vuelva. 

"Es una locura"

"Echo mucho de menos a mi marido, y él llora para que vuelva", asegura. El próximo domingo iniciará el camino de regreso con otros compatriotas en un autobús flotado por la ONG alicantina. "Nosotros no les podemos negar la vuelta a Ucrania", reconoce la directora Rosa Marhuenda.

Un grupo de niños y niñas con familiares es evacuado de Ucrania por la ONG Infancia de Nad.

"Está claro es una locura, les aconsejamos que no lo hagan o que, en todo caso, que sea alguien que vaya de avanzadilla y que, una vez allí, decida si es buena idea trasladar a toda la familia de vuelta", explica la también fundadora de esta organización que trabaja con familias de acogida españolas desde hace varios años. 

De momento, reconoce que, de las 800 personas ucranianas que están en España a través de Infancia de Nad, son unas 50 las que "están preparando el retorno". "En muchos casos son personas mayores que, quieras o no, arrancarles de su hogar es muy duro y necesitan saber cómo está su casa. Si nos ponemos en su lugar, y aun sabiendo que hay un riesgo, lo acabamos respetando y apoyando", sostiene esta ilicitana, que tiene en su casa a una niña (que acogió por primera vez con 6 y ya tiene 10 años) y a su madre. "En otros, yo conozco a mujeres con hijos que también van a volver", asegura Cristina Sosyiak.

"Debo cultivar ya"

Son varios los factores que pesan demasiado para que Maria se quede en Madrid. Explica que debe volver ya a su casa porque ahora mismo en Ucrania es la época del cultivo. "Se planta todo lo necesario para tener conservas en el invierno", esgrime. La ecuación que hace es simple. "Si no vuelvo, no habrá plantación y en invierno no habrá comida", añade. 

"Los ucranianos tenemos una mentalidad diferente", añade la joven traductora Cristina, que se instaló en España al poco de nacer. "Hay que entender que ellos no conciben el hecho de alimentarse con ir al supermercado", avanza. 

El último material de ayuda humanitaria enviado por Infancia de Nad.

“Mi marido está solo, tengo tierras, animales y granjas que cuidar", insiste María. "Estoy tranquila porque mis nietos se quedan aquí y yo debo volver porque allí está mi tierra, mi casa". ¿No tienes miedo a la guerra? Le preguntamos. "No, no les tengo miedo", responde. 

¿Habrá comida de despedida antes del domingo? "No la habrá", dice María. "Es que los ucranianos somos así", añade Cristina. "Somos muy guerreros y lo cogemos todo con el mejor humor y ella piensa que se va a reunir pronto con su familia, por lo que no necesita despedirse", explica esta traductora. 

Decae la ayuda

Tras la ola de solidaridad en consonancia con el despliegue mediático que trajo la invasión rusa, el interés por Ucrania "ha decaído", reconoce Marhuenda. Y con menos interés, llegan menos donaciones y recursos en un momento en el que "esto no ha acabado", avisa. 

Porque están dando cobertura y ayuda a esas personas que van a regresar a su país y que necesitan, en muchos casos, que les sufraguen el coste del bus, el hotel en caso necesario y la comida hasta llegar allí.

Menores evacuados por esta ONG en un hotel de Polonia, desde donde reemprendieron la vuelta en bus a España.

 

Pero, el grueso de la ayuda va destinada, por un lado, a los que se quedan, a los que hay que sufragar su integración. "Hemos requerido muchos costes de logística y de transporte para realojar a familias ucranianas con familias de Canarias, Ceuta, Valencia o Galicia", explica la portavoz de la ONG, que insiste en que deben seguir enviando material de ayuda humanitaria. 

Y, por otro, a los que todavía no han salido de Ucrania, en cuyas fronteras miembros de Infancia de Nad van a estar un mes más para coordinar las evacuaciones, como han venido haciendo hasta ahora. "Pedimos que no caiga en el olvido la ayuda a Ucrania", insiste la directora.

"Hay muchas ONG que están trabajando en la fronteras, grandes como ACNUR, Cruz Roja o Save the Children, pero nosotros, los más pequeñitos, necesitamos dar apoyo de manera más cercana e individualizada a todas las familias tanto que quieren empezar de cero en España como volver a entrar a su país", concluye. 

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