Emocionados en todo momento, ambos padres, amigos de toda la vida y, desde hace poco tiempo, compañeros en Disfrimur, la empresa que transporta mercancías para Mercadona. "Por un cúmulo de circunstancias", como relatan, José Enrique Perea y Luis María Rocamora, han sido claves en el rescate de un bebé el pasado sábado sobre las 15 horas.
Su diligente actuación, como ha reconocido la Guardia Civil, permitió a los agentes dar con el paradero del recién nacido, el cual, tapado en mantas y a pleno sol junto a una vivienda en ruinas en el polígono industrial de La Granadina, en San Isidro, presentaba síntomas de deshidratación.
Quedamos con estos dos camioneros en el lugar de los hechos, situado a espaldas de de la nave logística de Mercadona, prácticamente, la misma hora. El sol abrasador, por encima de los 35 grados, "era el mismo" hace dos días, dice Luis María. José Enrique, por su parte, señala la farola donde se encontró y dialogó con la madre del bebé, una indigente de 39 años de nacionalidad suiza que dos días después, ya en prisión provisional por abandono, no ha variado su versión inicial: que ese niño no es suyo. Las pruebas médicas prácticas, en cambio, certificaban que ella acababa de dar a luz y que el acababa de nacer (conservaba aún el cordón umbilical).
En el suelo, pegado a la farola, aún se aprecian los restos de sangre. Enfrente queda la vivienda derruida que esta mujer hizo suya los últimos años. El primero que se topó con ella con su coche fue Luis María. Le llamó la atención la ropa ensangrentada que se le veía de cintura para abajo. "Pensé que había sufrido un sangrado vaginal", por lo que alertó por teléfono a José Enrique, sabiendo que iba a pasar por la misma zona cinco minutos después, para que estuviera atento.
Cuando José Enrique pasó por su lado con su vehículo, explica que se detuvo y le preguntó a la mujer que cómo estaba. Ella seguía sentada bajo la farola y con unas mantas se tapaba la barriga. "Al principio pensaba que le dolía la tripa", sostiene. Así que le ofreció toda la comida que le había preparado su mujer, le dio cinco euros y cuando se iba a marchar, rememora, lo vio claro. "Vi que, entre las mantas, se le había salido un piececito de color rosa y me dije, o eso es un bebé o es una muñeca".
Se marchó rápidamente para llamar al 112. Al poco tiempo, se personaron dos agentes de la Guardia Civil que se encontrarían a la mujer con otra vestimenta. Ni rastro ni de sangre en su ropa ni del bebé, como había dicho este trabajador. Algo no cuadraba. Por lo que volvieron a llamar a José Enrique y él, de nuevo, con contundencia, les dijo que sí, que había visto a esa mujer con lo que parecía ser un bebé, repite.
Fue entonces cuando los agentes, tras unas pesquisas por el lugar, encontraron la ropa ensangrentada entre sus pertenencias en la vivienda antigua y a poca distancia, entre unos bidones de agua, apareció Noa -como ha sido bautizado por los enfermeros en la UCI pediátrica del hospital Vega Baja donde todavía permanece- "totalmente tapado dándole el sol" directamente, han contado los agentes, visiblemente emocionados en el vídeo emitido por la Guardia Civil.
Mejor que la lotería
Ambos de Abanilla (Murcia), estos dos amigos nacidos en 1978 no ocultan su satisfacción por la buena obra. "Seguimos emocionados, estamos hechos un flan", confiesan. José Enrique, padre de un hijo de 24 años y dos hijas de 22 y 17 y Luis María, de una de 4, son conscientes del peso que ha tenido la paternidad para haber obrado de esta forma.
"Yo, al tener una niña, pues siempre que he visto a esta mujer le he intentado ayudar", dice Luis María. "Lo normal, dado lo que pasó, es que este bebé se muriera y nadie se enterara", asume su amigo. "Pero un cúmulo de circunstancias ha hecho que esta criatura esté viva", agrega.
Esa emoción que muestran ambos, conscientes de que, si no es por ello, la noticia sería bien distina, se torna en confesión de Luis María: "Mi mujer dice que todo lo que ha pasado es una señal y que nos podríamos quedar el bebé", espeta. "Así, José Enrique y Ana -su mujer-, serían los padrinos", añade.
No obstante, él sabe que el procedimiento no es tan sencillo. Actualmente bajo tutela de la Generalitat Valenciana, confirman desde la conselleria de Políticas Inclusivas, la Justicia debe ratificar mediante prueba de ADN que la mujer de 39 años es la madre biológica de Noa y luego se debe buscar si, entre sus familiares, alguien se quiere hacer cargo del menor o, en caso contrario, podría ser adoptada por una familia de acogida si es que no acaba en un centro de menores. .
"Sigo diciendo que es curioso que esto nos haya pasado a nosotros dos a la vez", insiste Luis María. "Tú piensa que casi nos toca el Euromillón, pero por un número no nos dieron 130 millones", avanza José Enrique. "Aun así me siento más afortunado por lo de haber podido ayudar al crío que por lo del dinero", dice Luis María mientras José Enrique asiente con la cabeza.