Tras "robarle a su hija" le están "robando" también "el duelo". Con estas estremecedoras palabras, Marisol Burón ha expresado el dolor que siente por la pérdida de su hija Marta Calvo. Y así lo ha dicho en la Ciudad de la Justicia de Valencia durante su declaración como testigo en el juicio por asesinato a Jorge Ignacio Palma.
La intensidad de este martes ya se anticipaba en el largo juicio a Palma como autor confeso de la desaparición del cuerpo de Marta Calvo y supuesto asesino de otras dos jóvenes. Las lágrimas de Burón, que no tiene el cuerpo de su hija al que poder llorar, han elevado la presión emocional de esta undécima jornada, como recoge Efe.
"Necesito a mi hija, por favor, que me la den. Que diga que se encontró muerta a mi hija y que la descuartizó... ¿Por qué? Mi hija era incapaz de hacerle daño a nadie, era la persona más solidaria. Que la tiró en contenedores como si fuese basura, esto no debería oírlo un padre. A fecha de hoy no tengo a mi hija, necesito su cuerpo. No puedo vivir así, esto es una muerte lenta para una madre", ha asegurado Burón entre sollozos.
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El ejemplo de cómo se sentía la sala lo ha dado la presidenta del tribunal del jurado que ha tenido que interrumpir el testimonio de Marisol Burón en este punto de su declaración. "Lamento tener que hacerlo, yo también soy madre", ha dicho.
El futuro cortado
Y no ha sido la única interrupción que ha hecho. Así ha sucedido cuando Burón ha explicado que su hija, de 25 años, había buscado en la prostitución un modo de reunir fondos con los que abrir un centro de belleza con el que podría trabajar junto a su madre en la pequeña ciudad de Puçol, al norte de Valencia. "Usted no tiene que justificar eso", le ha interrumpido de nuevo la presidenta de la sala, a lo que la madre ha respondido "es la verdad".
El desarrollo de su testimonio ha seguido con un punto clave, los mensajes de WhatsApp que recibió de su hija en los días investigados. El primero fue sobre las 23:20 horas del miércoles 6 de noviembre de 2019. En él le indicaba cómo quería que fuese el rótulo del nuevo negocio y horas después, sobre las 3.31 horas le envió otro mensaje en el que le decía que estaba en casa de un chico y adjuntaba una localización por móvil que hacía referencia a una localidad de menos de 2 500 habitantes, a 81 kilómetros de su casa.
"Cuando desperté al día siguiente pulsé la ubicación, no sabía dónde estaba la localidad de Manuel, traté de hablar con ella pero no le entraban los mensajes, pensé que estaba durmiendo. A mediodía la llamé, seguía sin responder, era la primera vez que pasaba", ha concluido Marisol Burón. Aquella desaparición, de la que Jorge Palma solo se reconoce como autor del descuartizamiento del cuerpo de Marta es la que tendrán que resolver en la Ciudad de la Justicia de Valencia.
Otras cuatro después de Marta
La sesión ha continuado con el testimonio del responsable del grupo de Homicidios de la Guardia Civil que investigó este caso. En su declaración ha explicado que Jorge Palma contactó con tres trabajadoras sexuales al día siguiente de la desaparición de Marta, el 7 de noviembre, y con otra el 10 de noviembre, tras dejar a su madre en el aeropuerto.
En la versión de Palma que recogieron los agentes, este les explicó en su entrega el 4 de diciembre que había pasado la noche con Marta y que mantuvieron relaciones sexuales. Y aquí ha señalado la versión que ha mantenido desde entonces, que al despertar, se la encontró muerta y se asustó. Y la forma en la que decisió salir de esa situación, según ese relato, fue ir a comprar sierras, bolsas de basura y productos de limpieza para descuartizar el cuerpo en nueve trozos que lanzó a contenedores de basura de Silla y Alzira.
El seguimiento de los restos
Inicialmente la Guardia Civil, según ha explicado este testigo, dio credibilidad al relato del acusado porque los desplazamientos de sus teléfonos móviles coincidían con la confesión. Pero el sistema que utilizaba Palma complicaba su seguimiento. Según el testimonio, Palma usaba teléfonos con tarjetas cuyo rastro no se puede localizar, es decir, que se puede conocer dónde se conectan pero no rastrear las llamadas realizadas.
"Los contenedores de Silla ya habían sido limpiados, los de Alzira se retiraron para una inspección ocular pero no vimos nada concluyente. Posteriormente averiguamos a qué planta de reciclaje iban los residuos, a Guadassuar y Quart", ha explicado este testigo.
"Los responsables de la planta de Guadassuar nos dijeron que prácticamente era imposible que hubiesen pasado por allí los restos. En Quart el responsable no fue tan contundente, el sistema está más masificado, y por eso decidimos dedicar ingentes recursos a buscar durante meses en la planta de Dos Aguas, que eran donde iban los residuos ya tratados en Quart. Jamás apareció nada", ha concluido.