Medios de comunicación y una parte de la sociedad civil estamos recordando estos días los 20 años del atentado contra la casa cuartel de Santa Pola. Con el coche bomba activado sin previo aviso, ETA segó la vida de Silvia Martínez, de 6 años, el que sería a la postre el último asesinato de un menor por parte de la banda terrorista. Su madre Toni Santiago, como ha publicado este medio, le ofreció un sentido homenaje el pasado 4 de agosto.
[Santa Pola no olvida a Silvia, la última niña asesinada por ETA hace 20 años]
Sin embargo, poco más ha trascendido en estas dos décadas de la otra víctima del ataque, más allá del nombre, Cecilio Gallego Alaminos, y de su edad, 57 años. ¿Por qué? La respuesta en muy sencilla. Su familia ha preferido adoptar, en todo este tiempo, un absoluto silencio con la prensa y se ha negado a cualquier homenaje, incluidos los que se han tratado de promover en Torrevieja este año, donde residía este exempleado de Telefónica. "Prefieren llevar el duelo con discreción", afirman fuentes de su entorno.
Esta entendible actitud se produce pese a que, si bien fuera de la localidad de la Vega Baja la figura de Gallego no se conoce, dentro ha sido, y sigue siendo, una persona ampliamente querida y reconocida por su involucración en diferentes colectivos sociales. Así lo reconocía esta semana el alcalde de la localidad, Eduardo Dolón, quien lo conoció personalmente y tuvo la deferencia de recordarlo en redes sociales.
¿Quién fue Cecilio?
Con el pretexto de esta publicación de Dolón, hemos preguntado por Cecilio. "Lo conozco de toda la vida, desde muy joven los dos", avanza Francisco Reyes. El director del Semanario Vista Alegre recuerda con cariño a su amigo, un manchego que se estableció en Torrevieja como empleado de Telefónica tras haberse casado. "Llegó a defender Torrevieja como si hubiera nacido aquí, tenía mucho temperamento y siempre quería lo mejor para la ciudad", avanza.
Después, nacerían allí sus hijos, tres chicos y una chica, los cuales fueron determinantes para explicar la involucración de Gallego en la sociedad torrevejense.
"Él tuvo la virtud acogerse a la hospitalidad ofrece Torrevieja, implicándose prácticamente en todos los sectores donde vio que podía hacer algo: en el deportivo, el cultural, el social o el educativo, desde bien pronto".
Lo cierto es que se trajo de su pueblo, Alcázar de San Juan, un instrumento que acabaría siendo la primera conexión con Torrevieja, la bandurria, muy común en los coros de Habaneras. "Sabía tocarla y se apuntó a la agrupación que dirigía el compositor Ricardo Lafuente", un maestro conocido por crear habaneras, un género musical muy presente en esta ciudad marítima.
Con esta agrupación acabarían dando la vuelta al mundo. "Visitaron numerosos países y grabaron unos 30 discos", recuerda con orgullo este periodista.
Asimismo, como sus hijos empezaron a ir al colegio Cuba, y qué hizo Cecilio, pues involucrarse en varias de sus actividades, llegando a organizar una rondalla infantil -daba clases de bandurria- de la que después sería su director.
"Se puede decir que iba un poco donde sus hijos le llevaban", añade su amigo. "Se metió hasta la cabeza en el colegio Cuba, como sus hijos se apuntaron al balonmano, él igual", rememora. Así, con el tiempo, fue designado el presidente del Club Balonmano de Torrevieja, "logrando gestas como llegar a la máxima categoría", la liga Asobal, que se produjo después de que llegara a la presidencia.
Gestas en balonmano
"Yo lo conozco desde que tuve 6 años", avanza Diana Box. La que es regidora de Deportes en el municipio, se introdujo en el balonmano en el colegio Cuba gracias a Gregorio y con él fueron campeonas provinciales.
"Recuerdo que siempre estaba muy preocupado por el deporte femenino, en un momento en el que teníamos menos apoyo que ahora", asegura. "Siempre intentaba ayudar, que tuviéramos las mismas condiciones, nos daba consejos y palabras amables", sostiene.
Unos consejos que bien servirían a una Diana que acabó llegando muy lejos. 102 veces internacional absoluta, marcó 124 goles como “Guerrera”, participó en las Olimpiadas de Atenas 2004 y cuenta con la insignia Olímpica del COE a la trayectoria deportiva y profesional y Medalla de Oro al mérito deportivo de la RFEBM, reconocimientos que llegaron cuando Cecilio había muerto.
Box se deshace en elogios hacia una figura cuyo reconocimiento está muy presente en la ciudad: cuenta con el nombre de una calle, de un pabellón deportivo, además de ser nombrado hijo adoptivo a título póstumo. ¿Qué más queda? "Se perdió el 'Campeonato Cecilio Gallego' y quiero recuperarlo", promete la concejala.
Así que, en Torrevieja se sigue recordando a quien apenas se conoce fuera. Una víctima de ETA que aquel 4 de agosto de 2002 esperaba en la parada del bus de Santa Pola para volverse a Torrevieja después de pasar un día de playa con amigos.